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Un niño capaz de hacer añicos un vidrio blindado y destruir su casa, un anciano que habla en latín y arameo son fenómenos paranormales inexplicables para la ciencia, pero no para un exorcista.
Una verdadera posesión diabólica es algo muy lejano a la histeria o la paranoia colectiva; los exorcistas serios lo saben y tienen claro que, antes de iniciar un rito liberador, deben cumplir con un diagnóstico objetivo.
Un poseído puede vivir la jornada con notables molestias, puede sufrir fenómenos paranormales en su entorno, padecer sufrimientos en su cuerpo, psíquicos o morales porque aunque no exista una expresión tangible, el demonio está. .. Según la tradición cristiana Satanás era originalmente Luzbel, el ángel más bello creado por Dios que se rebeló y con él una tercera parte de los espíritus que poblaban el cielo, quienes se transformaron en agentes del mal.
Estos seres tienen capacidades sobrenaturales e, incluso, si una persona les “abre la puerta”, pueden posesionarse de su cuerpo privando al “huésped” del poder de control sobre sus actos, su voz y sus gestos pero nunca de su alma o de su mente.
Una batalla por el “campo físico” de un ser humano, así podría definirse una posesión y por ello –de acuerdo con todos los expertos- el alma de un poseído nunca queda dañada incluso después de la liberación.
El ritual
La primera codificación de un rito para exorcismo de la Iglesia Católica data del año 1614, y permaneció intacto hasta 1999 y 2004 cuando sufrió modificaciones de algunas palabras y frases de parte del Vaticano.
Su nombre: Ritual Romano.
En su última versión no sólo se incluye las fórmulas en latín que debe pronunciar el exorcista sino también una lista de signos a verificar para tener la certeza que se trata de una posesión real y no un caso médico.
Señales como la demostración de un fuerza destructiva incontrolable desproporcionada a la edad y a la condición de la persona poseída; hablar, entender y comprender lenguas desconocidas, dialectos antiguos e idiomas modernos.
Así como conocer hechos ocultos, reconocer acontecimientos del pasado y, una de las características más elocuentes del obrar demoníaco, es la reacción negativa a lo sagrado, todo lo sacro da fastidio a Belcebú.
Una verdadera posesión diabólica es algo muy lejano a la histeria o la paranoia colectiva; los exorcistas serios lo saben y tienen claro que, antes de iniciar un rito liberador, deben cumplir con un diagnóstico objetivo.
Un poseído puede vivir la jornada con notables molestias, puede sufrir fenómenos paranormales en su entorno, padecer sufrimientos en su cuerpo, psíquicos o morales porque aunque no exista una expresión tangible, el demonio está. .. Según la tradición cristiana Satanás era originalmente Luzbel, el ángel más bello creado por Dios que se rebeló y con él una tercera parte de los espíritus que poblaban el cielo, quienes se transformaron en agentes del mal.
Estos seres tienen capacidades sobrenaturales e, incluso, si una persona les “abre la puerta”, pueden posesionarse de su cuerpo privando al “huésped” del poder de control sobre sus actos, su voz y sus gestos pero nunca de su alma o de su mente.
Una batalla por el “campo físico” de un ser humano, así podría definirse una posesión y por ello –de acuerdo con todos los expertos- el alma de un poseído nunca queda dañada incluso después de la liberación.
El ritual
La primera codificación de un rito para exorcismo de la Iglesia Católica data del año 1614, y permaneció intacto hasta 1999 y 2004 cuando sufrió modificaciones de algunas palabras y frases de parte del Vaticano.
Su nombre: Ritual Romano.
En su última versión no sólo se incluye las fórmulas en latín que debe pronunciar el exorcista sino también una lista de signos a verificar para tener la certeza que se trata de una posesión real y no un caso médico.
Señales como la demostración de un fuerza destructiva incontrolable desproporcionada a la edad y a la condición de la persona poseída; hablar, entender y comprender lenguas desconocidas, dialectos antiguos e idiomas modernos.
Así como conocer hechos ocultos, reconocer acontecimientos del pasado y, una de las características más elocuentes del obrar demoníaco, es la reacción negativa a lo sagrado, todo lo sacro da fastidio a Belcebú.
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