Paso a detallar a continuación el sucinto informe que usted me mando. Duele a mi persona tener que expresar que aquí no ha quedado casi nada en pie. Mas no desespere le quiero aclarar, que aunque el daño es grave bien pudiera ser, que podamos salvar todo el trigo joven si actuamos con fe y celeridad. Parece ser que el temporal trajo también la calamidad de cierto tipo de langostas que comen grande y a nuestra costa y de punta a punta del país, se han deglutido todo el maíz
A los manzanos se los ve cayendo antes de florecer, se agusanaron los tomates y a las verduras por mas que trate ya no hay manera de hacerles bien, ya no se que hacer, ni tengo con quien. La gente duda en empezar la tarea dura de cosechar, lo poco que queda se va a perder, si como le dije, no ponemos fe y celeridad.
Y entre los manes y los desmanes hay cierta gente, que ya se sabe, saca provecho de la ocasión, comprando a uno lo que vale dos, y haciendo abuso de autoridad, se llevan hasta la integridad.
Suscribo nombre y apellido y ruego a usted tome partido para intentar una solución que bien podría ser la unión de los que aun estamos vivos, para torcer nuestro destino. Saluda a usted un servidor”.
Víctor Heredia
Año Dos mil cuatro de la era cristina. Aun seguimos vivos.
Un país: Argentina.
Ultima carta a jugar en pleno temporal.
Convicciones.
Visiones de poetas que se hicieron a la vida. Aquello que fue escrito por un poeta como Víctor Heredia allá por el año mil novecientos ochenta y cuatro cobra vigencia en el hoy. Tenemos las mismas expectativas que en aquel momento, y mas. Siempre mas.
Presente y futuro en relación dialéctica de ida y vuelta con el pasado.
Convicciones que nos hacen seres humanos.
Gente que duda. Y entre duda y duda se los madruga.
Hay ciertas luces que brillan lindo desde el lugar menos pensado. Allí vamos entonces. Aquel que reconstruye la historia, esa de la que nada se hablaba, tiene grandes chances de no traicionar a su querer. El valor de un quitapenas.
Aquel que se hace cargo de una herencia de entrega y pone su ser, su nombre y apellido, buscando un futuro mejor, pero sin olvidar. Es que si no saldamos las deudas con el pasado, el presente nos devora.
Lo joven parece que quiere un lugar. Lo nuevo, aquello por lo que muchos se decidieron, parece que vuelve, gracias a dios. Lo joven sobrevive a cualquier edad.
Es responsabilidad de los que aun quedamos vivos reconstruir lo nuevo, aunque el pasado como langosta halla dejado poco.
Salvando lo joven.
Lo joven que vive en cada quien.
Y salvando a los jóvenes para que intenten lo nuevo, porque de recetas dañinas que atentan con su individualismo salvaje, ya tenemos bastante.
Buenas señas pueden provenir desde algunos parientes, amigos o compañeros. No de todos, sino de aquellos que acunan la ternura.
Parientes, parentescos. Parientes que quieren ayudar, y otros que pisotean lo poco que queda de esta cosecha. ¡Paren!, hay que parar, hay que frenar a aquellos que quieren destruir lo poco que queda. Parientes que paren, esos si, los de un parir lo nuevo, hacia ellos volcamos nuestras orejas. Parientes son solo aquellos parturientes de lo nuevo. Los otros solo repiten lo que tanto mal nos hizo.
De amigos, solo se cuentan con los dedos de una sola mano.
De compañeros. Solo aquellos consecuentes, los que no han traicionado al amor.
Es verdad que en el descuento no quedaron tantos. ¿Verdad?. Mas no desesperes, los que quedan son los de la lucha por el vivir.
Un temporal nos arraso durante años, parece que hoy se le hace frente con la verdad.
Y aquí se juega, como siempre, mares, desmanes y mezquindades.
Hacia la vida vamos. ¿Con que criterio?. Con el del dolor y el coraje para revertir tanto gigante no amador.
Se trata de sentirse vivo.
Botecito que echaste a la mar algún día. Botecito de ilusiones azotado por armadas desilusiones, que a pesar de todo sobrevivió, aun deshilachado.
Nos hacemos a la vida como ese pequeño botecito que se hace a la mar.
Un botecito que busca el sol como horizonte. Un botecito que se las ve con la oscuridad. Un botecito que se echo algún día a la libertad.
Un botecito que flota en esta situación que nos vive.
Echar anclas y ponerse a andar. Hace falta algo de coraje.
La situación que nos vive es simple:
1 +1 +1 : no hay soledad.
Sujetos sujetados a un vivir. Solo si se esta sujetado, tomando al toro por sus astas. Porque la pregunta es: ¿Hasta cuando el mal amor?. Lindas nubes se vienen acumulando desde el lugar menos pensado, un fuerte viento hace falta para cambiar ese clima derrotista. Un viento frió augura nuevas cosechas.
Y como cada sábado suscribo nombre y apellido.
A los manzanos se los ve cayendo antes de florecer, se agusanaron los tomates y a las verduras por mas que trate ya no hay manera de hacerles bien, ya no se que hacer, ni tengo con quien. La gente duda en empezar la tarea dura de cosechar, lo poco que queda se va a perder, si como le dije, no ponemos fe y celeridad.
Y entre los manes y los desmanes hay cierta gente, que ya se sabe, saca provecho de la ocasión, comprando a uno lo que vale dos, y haciendo abuso de autoridad, se llevan hasta la integridad.
Suscribo nombre y apellido y ruego a usted tome partido para intentar una solución que bien podría ser la unión de los que aun estamos vivos, para torcer nuestro destino. Saluda a usted un servidor”.
Víctor Heredia
Año Dos mil cuatro de la era cristina. Aun seguimos vivos.
Un país: Argentina.
Ultima carta a jugar en pleno temporal.
Convicciones.
Visiones de poetas que se hicieron a la vida. Aquello que fue escrito por un poeta como Víctor Heredia allá por el año mil novecientos ochenta y cuatro cobra vigencia en el hoy. Tenemos las mismas expectativas que en aquel momento, y mas. Siempre mas.
Presente y futuro en relación dialéctica de ida y vuelta con el pasado.
Convicciones que nos hacen seres humanos.
Gente que duda. Y entre duda y duda se los madruga.
Hay ciertas luces que brillan lindo desde el lugar menos pensado. Allí vamos entonces. Aquel que reconstruye la historia, esa de la que nada se hablaba, tiene grandes chances de no traicionar a su querer. El valor de un quitapenas.
Aquel que se hace cargo de una herencia de entrega y pone su ser, su nombre y apellido, buscando un futuro mejor, pero sin olvidar. Es que si no saldamos las deudas con el pasado, el presente nos devora.
Lo joven parece que quiere un lugar. Lo nuevo, aquello por lo que muchos se decidieron, parece que vuelve, gracias a dios. Lo joven sobrevive a cualquier edad.
Es responsabilidad de los que aun quedamos vivos reconstruir lo nuevo, aunque el pasado como langosta halla dejado poco.
Salvando lo joven.
Lo joven que vive en cada quien.
Y salvando a los jóvenes para que intenten lo nuevo, porque de recetas dañinas que atentan con su individualismo salvaje, ya tenemos bastante.
Buenas señas pueden provenir desde algunos parientes, amigos o compañeros. No de todos, sino de aquellos que acunan la ternura.
Parientes, parentescos. Parientes que quieren ayudar, y otros que pisotean lo poco que queda de esta cosecha. ¡Paren!, hay que parar, hay que frenar a aquellos que quieren destruir lo poco que queda. Parientes que paren, esos si, los de un parir lo nuevo, hacia ellos volcamos nuestras orejas. Parientes son solo aquellos parturientes de lo nuevo. Los otros solo repiten lo que tanto mal nos hizo.
De amigos, solo se cuentan con los dedos de una sola mano.
De compañeros. Solo aquellos consecuentes, los que no han traicionado al amor.
Es verdad que en el descuento no quedaron tantos. ¿Verdad?. Mas no desesperes, los que quedan son los de la lucha por el vivir.
Un temporal nos arraso durante años, parece que hoy se le hace frente con la verdad.
Y aquí se juega, como siempre, mares, desmanes y mezquindades.
Hacia la vida vamos. ¿Con que criterio?. Con el del dolor y el coraje para revertir tanto gigante no amador.
Se trata de sentirse vivo.
Botecito que echaste a la mar algún día. Botecito de ilusiones azotado por armadas desilusiones, que a pesar de todo sobrevivió, aun deshilachado.
Nos hacemos a la vida como ese pequeño botecito que se hace a la mar.
Un botecito que busca el sol como horizonte. Un botecito que se las ve con la oscuridad. Un botecito que se echo algún día a la libertad.
Un botecito que flota en esta situación que nos vive.
Echar anclas y ponerse a andar. Hace falta algo de coraje.
La situación que nos vive es simple:
1 +1 +1 : no hay soledad.
Sujetos sujetados a un vivir. Solo si se esta sujetado, tomando al toro por sus astas. Porque la pregunta es: ¿Hasta cuando el mal amor?. Lindas nubes se vienen acumulando desde el lugar menos pensado, un fuerte viento hace falta para cambiar ese clima derrotista. Un viento frió augura nuevas cosechas.
Y como cada sábado suscribo nombre y apellido.
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