¿Qué se siente quedar al descubierto?. Sensación extraña donde no se sabe que hacer. Corazón que palpita y “falta” el aire, donde las palabras se traban o hablan por si solas, haciéndonos saber que no somos los que las usan. Instante donde ese Otro, posiblemente y tal vez, nos esta demostrando que aun conserva ese espacio en su alma. Y el temor de quedar al descubierto.
Porque en el amor nunca hay seguridad. Hay personas que intentan remediar este hecho con preguntas como: ¿me quieres?, ¿me amas?. Intento fallido de cubrir con una respuesta que nunca lo dejara tranquilo. Inseguridad de ese si mismo que pretende ser uno mismo. El amor es pregunta que no espera respuesta.
Hay amores y amores. No todos son iguales. Los hay temibles, profundos, improbables, únicos, eternos, pasajeros, y los irrepetibles. Están los de madre, padre, hijo, pareja y otros tantos. Y son tan numerosos que en ocasiones se confunden y nos confunden.
Alejamientos, partidas, despedidas, que no son finales ni muros. Seres enlazados por sogas de amor a descifrar, mas allá de las distancias. Porque la distancia, la falta del Otro, descubre el propio deseo: “me haces tanta falta justo hoy que no te tengo”. Hoy es soledad acompañada y al descubierto. Y aquel que podría cubrirla no esta, y lo que esta porque ese Otro no esta es el vacío. Sujetos interesados en descubrir espacios en algún Otro y descubrirse: “¿que seré hoy para él, o para ella?. Intentos que son causas. Interés acerca del deseo del Otro. Aperturas al psicoanálisis.
Compañías compañeras. Soledades sin antagonismos que despiertan lo profundo. Eso oculto y al descubierto. Tardes- noches donde nada vale. Y el impulso de hacer algo con ese vacío. Es cuando caemos en la cuenta que el deseo no tiene precio, ni objeto que ninguna góndola de consumo pueda colmar. Allí la teoría falla y el sujeto oculto debajo de ese personaje que se creía ser, se asoma temperamentalmente. Allí no hay complacencia, ni pretextos. Y hoy no esta, y falta.
Faltas que abren espacios para existir. Contingencias de la vida cotidiana, donde las ganas son ganas de hacer algo con las ganas. Enredos de sentimientos a los que no les importa que es lo que los otros van a murmurar.
Parejas que comienzan con-vencidas de que es amor y terminan vencidas (y sin el con) por el desamor.
Desamor que en labios- palabra y voz de un poeta resuena: “Como dos gotas de lluvia en un ciclón, te debo el tiempo perdido, me debes lo que falto”.
El psicoanálisis asume que la falta hace al deseo. Así, para que dos se anuden, hay que dejar resonar al corazón e inventar sueños inéditos, explorando lo nuevo, lo contingente. Respetando y creando espacios propicios para la sorpresa.
Porque en el amor nunca hay seguridad. Hay personas que intentan remediar este hecho con preguntas como: ¿me quieres?, ¿me amas?. Intento fallido de cubrir con una respuesta que nunca lo dejara tranquilo. Inseguridad de ese si mismo que pretende ser uno mismo. El amor es pregunta que no espera respuesta.
Hay amores y amores. No todos son iguales. Los hay temibles, profundos, improbables, únicos, eternos, pasajeros, y los irrepetibles. Están los de madre, padre, hijo, pareja y otros tantos. Y son tan numerosos que en ocasiones se confunden y nos confunden.
Alejamientos, partidas, despedidas, que no son finales ni muros. Seres enlazados por sogas de amor a descifrar, mas allá de las distancias. Porque la distancia, la falta del Otro, descubre el propio deseo: “me haces tanta falta justo hoy que no te tengo”. Hoy es soledad acompañada y al descubierto. Y aquel que podría cubrirla no esta, y lo que esta porque ese Otro no esta es el vacío. Sujetos interesados en descubrir espacios en algún Otro y descubrirse: “¿que seré hoy para él, o para ella?. Intentos que son causas. Interés acerca del deseo del Otro. Aperturas al psicoanálisis.
Compañías compañeras. Soledades sin antagonismos que despiertan lo profundo. Eso oculto y al descubierto. Tardes- noches donde nada vale. Y el impulso de hacer algo con ese vacío. Es cuando caemos en la cuenta que el deseo no tiene precio, ni objeto que ninguna góndola de consumo pueda colmar. Allí la teoría falla y el sujeto oculto debajo de ese personaje que se creía ser, se asoma temperamentalmente. Allí no hay complacencia, ni pretextos. Y hoy no esta, y falta.
Faltas que abren espacios para existir. Contingencias de la vida cotidiana, donde las ganas son ganas de hacer algo con las ganas. Enredos de sentimientos a los que no les importa que es lo que los otros van a murmurar.
Parejas que comienzan con-vencidas de que es amor y terminan vencidas (y sin el con) por el desamor.
Desamor que en labios- palabra y voz de un poeta resuena: “Como dos gotas de lluvia en un ciclón, te debo el tiempo perdido, me debes lo que falto”.
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