Sintomas de Depresión

Llega un momento en la vida de todos, no siempre a la vejez, a veces mucho antes, en que se necesita estar solo y apartarse de lo cotidiano, aunque sea psicológicamente, para penetrar por fin en el mundo interno.



Este momento existencial, de desinterés por todo lo material, que hasta ese momento era el motor de la vida, se puede confundir con un estado depresivo, sin embargo, para un sujeto normal, no se trata de depresión sino de la posibilidad que tenemos todos de comenzar a sentir profundamente en esta vida una genuina alegría interna, mucho más profunda que la que producen los bienes materiales, que es la satisfacción espiritual.

Es necesario tomar distancia de lo mundano, y atreverse a vivir esta experiencia, sin convertirse en un asceta, ni encerrarse en una cueva en una montaña, para poder ver el mundo desde otra perspectiva más real.

El estado depresivo presenta síntomas parecidos y si una persona no sabe que tal vez se esté iniciando en ella una transformación trascendente, puede atribuir su estado de ánimo a una patología.

Actualmente los estados depresivos se han convertido en una epidemia en personalidades obsesivas con síntomas fóbicos y ataques de pánico como mecanismos de defensa contra la depresión.

La depresión reactiva es un estado transitorio que se produce como reacción frente a una situación de pérdida, de menor gravedad que el trastorno bipolar o crisis maníaco depresivas.

Algunos de los síntomas de las depresiones reactivas son semejantes a los síntomas de las depresiones endógenas pero más atenuados, como el desinterés, las ideas de muerte, la desvalorización, la falta de concentración, las fobias y la culpa.

La persona con trastorno bipolar siente también desinterés y falta de conexión con el mundo externo, puede perder el apetito y el sueño, no quiere bañarse ni vestirse, no quiere salir, pierde el sentido de su vida y puede llegar a suicidarse. Camina arrastrando los pies, todos sus movimientos se hacen más lentos y también su metabolismo. Tiene sentimientos de desvalorización, baja autoestima, sentimiento de culpa, delirio persecutorio y dificultades de concentración.

Estos síntomas son característicos de las depresiones endógenas que suele presentar en forma concomitante un desequilibrio químico a nivel neuronal; y que puede manifestarse como consecuencia de un problema emocional o ante una pérdida, y también sin ningún motivo aparente.

Es más, a veces, estos estados anímicos se pueden manifestar en el mejor momento de un sujeto, cuando llega a la cúspide del éxito o cuando logra todas sus aspiraciones.

Esta característica indica lo paradójico de los estados mentales, cuando suponemos que la depresión es sólo la consecuencia de penurias económicas o producto de la dificultad para aceptar los fracasos.

La persona que llega al éxito necesita quizás más fortaleza que la que fracasa, porque el éxito enfrenta al hombre consigo mismo y le permite tomar conciencia de la verdadera dimensión de las cosas.

Lo que parecía inalcanzable y la fuente de la felicidad ya no significa nada, al contrario, es un peso agobiante para seguir adelante.

Las condiciones sociales y económicas han sido estudiadas y se observa que las depresiones son más frecuentes en los niveles socio-económicos acomodados, siendo de considerable importancia los factores constitucionales y hereditarios.

Se estima que una crisis depresiva puede tener una duración media de cinco a seis meses y tienden a ser más prolongadas si se repiten, aunque la terapéutica médica actual suele lograr resultados espectaculares en poco tiempo.

Existe una correlación significativa entre el biotipo pícnico y la psicosis maníaco depresiva. Según la clasificación tipológica de Kretschmer son los sujetos rechonchos, brevilíneo y redondeado desde el punto de vista morfológico los más afectados por esta patología.

Frente a la persistencia de alguno de los síntomas mencionados es importante la consulta psicológica o psiquiátrica para realizar un diagnóstico diferencial y la propuesta de tratamiento más adecuada.