¿Cuántas veces hemos visto cómo un niño pequeño juega sólo con amigos imaginarios o dice hablar con un ser imaginario? En la mayoría de las ocasiones, los padres del pequeño no hacen caso de este hecho y sólo lo atribuyen a la imaginación del chico. Realmente se ve como un juego... pero a veces debemos de oír a estas pequeñas grandes personas ya que quizás lo que tienen que contarnos es mucho más importante que un simple juego o la imaginación desbordada.
¿Estamos en contacto con otras realidades? Será la eterna pregunta... Hay muchas personas que han estado en contacto con estas otras realidades e incluso con seres fallecidos en las denominadas E.C.M. o Experiencias Cercanas a la Muerte e incluso han percibido una terrible realidad: su propio cuerpo perdiendo la vida y sus seres queridos sufriendo por su vida. ¿Demuestran todas estas experiencias la existencia de la vida tras la muerte?
En estos años, sobre todo tras nuestros avances técnicos y en materia de medicina, la supervivencia del alma ha sido un preocupación "científica" a estudiar y un problema que la Ciencia trata de explorar.
La historia de nuestros protagonistas es una de esas que invita a la reflexión al lector. Alberto Serrano sufrió un gravísimo accidente de tráfico. En él tras reventar la rueda delantera de su vehículo perdió la dirección y el control y tras caer por una cuneta de unos 4 metros de altura impactó lateralmente contra una formación de arbustos centenarios. El resultado: un grave accidente de tráfico. Las asistencia no tardaron demasiado en acudir al lugar, Alberto presentaba un cuadro clínico con politraumatismos, hemorragias, cuadro de shock y estado de coma profundo. La situación era muy grave. En el hospital sevillano en el que fue atendido fue intervenido rápidamente y durante esa operación hubo un momento, unos minutos en la que la esperanza médica perdió su fe: el paciente se les había ido. Tras reanimación y no poder hacer nada se dispusieron a abandonar aquella intervención. Justo en el momento en la que nuestro cirujano tiraba la toalla, un hilo de vida resurgió del cuerpo de aquel "difunto" y en aquel quirófano todo fue precipitación por la vida de aquel paciente.
Alberto salvó la vida cuando parecía haberla perdida, los cuidados y atenciones médicas fueron absolutamente magnífica y nuestro protagonista tardó unos meses en recuperarse. Estando aún en el hospital comentó a su esposa que durante la intervención había salido de su cuerpo y había visto el trabajo médico sobre su cuerpo, la intervención, la sala de espera, para al fondo ver una gran luz brillante y voces que lo llamaban, voces familiares, todo era calor, familiaridad, se sentía a gusto y se dejaba llevar – Alberto desconocía haber estado clínicamente muerto cuando esto narraba –. Algo le impulsó volver: su hijo de dos años y su esposa... Después todo fue dolor, molestias y rehabilitación. A Dios gracias que lo pudo contar.
El relato fue narrado ampliamente al equipo de médicos y profesionales del hospital, pero algo angustiaba a Alberto... de vez en cuando entraba en la habitación del hospital su madre para ver como se encontraba. Hablaban e intercambiaban confidencias... esto podría ser visto como la cosa más normal del mundo de no ser por la circunstancia de que su madre llevaba fallecida cinco años...
Todos creían que Alberto había quedado un poco "tocado" tras el grave accidente e incluso él lo llegó a pensar. Debido a su larga estancia hospitalaria, la esposa se vio en la necesidad de pedir los permisos pertinentes para que dejaran pasar por unas horas durante la visita del día a su pequeño hijo para que estuviera junto a su padre, ya que éste repentinamente hacía hincapié en la necesidad de ver a su pequeño. Realmente él había sido el cordón que le daba diariamente las fuerzas suficientes para aferrarse a este "lado". Ese día Alberto hablaba "imaginariamente" con su madre, cuando Juanito en brazos de su madre entró en la habitación dando una alegre sorpresa al casi repuesto enfermo, fue entonces cuando sentado a los pies de la cama, mirando hacía uno de los laterales de la habitación y señalando con su pequeña mano, preguntó a su padre: "Papá, ¿quién es esta yaya?", la impresión causada en el padre fue tremenda. "La ves, la ves, Juan, ¿cómo es?" Y el chico, sin conocer jamás a su abuela hizo una descripción magistral de aquel ser cuya visión estaban compartiendo, la madre quedó estupefacta, con la mirada perdida hacía el lugar donde el chico señaló. Ella no veía absolutamente nada. Conozco a esta familia y aún hoy, cuando escribo esto, después de la mala experiencia pasada con su accidente me impresiona el relato. Ambos estaban viendo a la misma persona, escuchándola y compartiendo su presencia.
Tras ser dado de alta del hospital, las apariciones cesaron pero el Recuerdo ahí queda.
Cuando Alberto estuvo más recuperado y dado de alta en casa, pidió a su hermano que le trajera una antigua caja de lata de carne de membrillo en la que tenían guardadas las fotos de sus parientes, algunas de ellas con decenas de años, sentados a la mesa delante de Juanito, repasando las fotos una a una y cada vez que aparecía la madre de este su hijo la reconocía sin problemas gritando "¡¡¡La yaya!!! y estampando un fuerte beso en la fotografía. Estas fotos jamás las había visto el pequeño e incluso su esposa jamás las había visto todas ya que las guardaba su hermano desde la muerte de sus padres.
No debemos tomarnos estos relatos a la ligera. Cuadros clínicos, relatos médicos, experiencias cercanas a la muerte... Alberto sufrió el típico cuadro de experiencia cercana a la muerte prototípica:
1. Invasión de una sensación de calma o paz interior.
2. Abandono del cuerpo, perspectiva desencarnada.
3. Sensaciones visuales y auditivas de lo que sucede a su alrededor.
4. Revisión de su vida.
5. Túnel de luz.
6. Luz grande y consoladora.
7. Familiaridad en la luz e incomparable sensación de paz y bienestar.
8. Hallazgo se seres conocidos ya fallecidos.
9. Algo que impulsa al testigo a volver al mundo de los vivos.
10. Regreso desganado y sufrimiento...
Tras una experiencia de este tipo cualquier persona sufre un importante cambio en su vida. Nadie podrá jamás asegurar si realmente se tuvo una cita con la muerte un inefable día o todos responde a un mecanismo desconocido a nivel cerebral que nos lleva a algo sorprendente: la misma experiencia en miles de personas. No sabemos si todo fue un contacto superior o con su propia psique. Alberto perdió el miedo a la muerte e incluso no le importaría repetir la experiencia pero sabiendo que volverá junto a los suyos en el mundo de los vivos. "Aquella luz era lo más placentero que he sentido jamás". Quizás cuando perdamos el miedo a la muerte podamos comenzar a comprender este proceso mejor, mientras todos aguardamos ese momento con mayor o menor temor pero con una certeza: ese momento llegará y citando al Dr. Scott Rogo: "Estudiar la ECM es tarea de los vivos, no de los moribundos". Refrendar un relato como el narrado no es tarea fácil, por ello tengamos siempre muy en cuenta lo que las pequeñas grandes personas de la casa tienen, a veces, que contarnos.
¿Estamos en contacto con otras realidades? Será la eterna pregunta... Hay muchas personas que han estado en contacto con estas otras realidades e incluso con seres fallecidos en las denominadas E.C.M. o Experiencias Cercanas a la Muerte e incluso han percibido una terrible realidad: su propio cuerpo perdiendo la vida y sus seres queridos sufriendo por su vida. ¿Demuestran todas estas experiencias la existencia de la vida tras la muerte?
En estos años, sobre todo tras nuestros avances técnicos y en materia de medicina, la supervivencia del alma ha sido un preocupación "científica" a estudiar y un problema que la Ciencia trata de explorar.
La historia de nuestros protagonistas es una de esas que invita a la reflexión al lector. Alberto Serrano sufrió un gravísimo accidente de tráfico. En él tras reventar la rueda delantera de su vehículo perdió la dirección y el control y tras caer por una cuneta de unos 4 metros de altura impactó lateralmente contra una formación de arbustos centenarios. El resultado: un grave accidente de tráfico. Las asistencia no tardaron demasiado en acudir al lugar, Alberto presentaba un cuadro clínico con politraumatismos, hemorragias, cuadro de shock y estado de coma profundo. La situación era muy grave. En el hospital sevillano en el que fue atendido fue intervenido rápidamente y durante esa operación hubo un momento, unos minutos en la que la esperanza médica perdió su fe: el paciente se les había ido. Tras reanimación y no poder hacer nada se dispusieron a abandonar aquella intervención. Justo en el momento en la que nuestro cirujano tiraba la toalla, un hilo de vida resurgió del cuerpo de aquel "difunto" y en aquel quirófano todo fue precipitación por la vida de aquel paciente.
Alberto salvó la vida cuando parecía haberla perdida, los cuidados y atenciones médicas fueron absolutamente magnífica y nuestro protagonista tardó unos meses en recuperarse. Estando aún en el hospital comentó a su esposa que durante la intervención había salido de su cuerpo y había visto el trabajo médico sobre su cuerpo, la intervención, la sala de espera, para al fondo ver una gran luz brillante y voces que lo llamaban, voces familiares, todo era calor, familiaridad, se sentía a gusto y se dejaba llevar – Alberto desconocía haber estado clínicamente muerto cuando esto narraba –. Algo le impulsó volver: su hijo de dos años y su esposa... Después todo fue dolor, molestias y rehabilitación. A Dios gracias que lo pudo contar.
El relato fue narrado ampliamente al equipo de médicos y profesionales del hospital, pero algo angustiaba a Alberto... de vez en cuando entraba en la habitación del hospital su madre para ver como se encontraba. Hablaban e intercambiaban confidencias... esto podría ser visto como la cosa más normal del mundo de no ser por la circunstancia de que su madre llevaba fallecida cinco años...
Todos creían que Alberto había quedado un poco "tocado" tras el grave accidente e incluso él lo llegó a pensar. Debido a su larga estancia hospitalaria, la esposa se vio en la necesidad de pedir los permisos pertinentes para que dejaran pasar por unas horas durante la visita del día a su pequeño hijo para que estuviera junto a su padre, ya que éste repentinamente hacía hincapié en la necesidad de ver a su pequeño. Realmente él había sido el cordón que le daba diariamente las fuerzas suficientes para aferrarse a este "lado". Ese día Alberto hablaba "imaginariamente" con su madre, cuando Juanito en brazos de su madre entró en la habitación dando una alegre sorpresa al casi repuesto enfermo, fue entonces cuando sentado a los pies de la cama, mirando hacía uno de los laterales de la habitación y señalando con su pequeña mano, preguntó a su padre: "Papá, ¿quién es esta yaya?", la impresión causada en el padre fue tremenda. "La ves, la ves, Juan, ¿cómo es?" Y el chico, sin conocer jamás a su abuela hizo una descripción magistral de aquel ser cuya visión estaban compartiendo, la madre quedó estupefacta, con la mirada perdida hacía el lugar donde el chico señaló. Ella no veía absolutamente nada. Conozco a esta familia y aún hoy, cuando escribo esto, después de la mala experiencia pasada con su accidente me impresiona el relato. Ambos estaban viendo a la misma persona, escuchándola y compartiendo su presencia.
Tras ser dado de alta del hospital, las apariciones cesaron pero el Recuerdo ahí queda.
Cuando Alberto estuvo más recuperado y dado de alta en casa, pidió a su hermano que le trajera una antigua caja de lata de carne de membrillo en la que tenían guardadas las fotos de sus parientes, algunas de ellas con decenas de años, sentados a la mesa delante de Juanito, repasando las fotos una a una y cada vez que aparecía la madre de este su hijo la reconocía sin problemas gritando "¡¡¡La yaya!!! y estampando un fuerte beso en la fotografía. Estas fotos jamás las había visto el pequeño e incluso su esposa jamás las había visto todas ya que las guardaba su hermano desde la muerte de sus padres.
No debemos tomarnos estos relatos a la ligera. Cuadros clínicos, relatos médicos, experiencias cercanas a la muerte... Alberto sufrió el típico cuadro de experiencia cercana a la muerte prototípica:
1. Invasión de una sensación de calma o paz interior.
2. Abandono del cuerpo, perspectiva desencarnada.
3. Sensaciones visuales y auditivas de lo que sucede a su alrededor.
4. Revisión de su vida.
5. Túnel de luz.
6. Luz grande y consoladora.
7. Familiaridad en la luz e incomparable sensación de paz y bienestar.
8. Hallazgo se seres conocidos ya fallecidos.
9. Algo que impulsa al testigo a volver al mundo de los vivos.
10. Regreso desganado y sufrimiento...
Tras una experiencia de este tipo cualquier persona sufre un importante cambio en su vida. Nadie podrá jamás asegurar si realmente se tuvo una cita con la muerte un inefable día o todos responde a un mecanismo desconocido a nivel cerebral que nos lleva a algo sorprendente: la misma experiencia en miles de personas. No sabemos si todo fue un contacto superior o con su propia psique. Alberto perdió el miedo a la muerte e incluso no le importaría repetir la experiencia pero sabiendo que volverá junto a los suyos en el mundo de los vivos. "Aquella luz era lo más placentero que he sentido jamás". Quizás cuando perdamos el miedo a la muerte podamos comenzar a comprender este proceso mejor, mientras todos aguardamos ese momento con mayor o menor temor pero con una certeza: ese momento llegará y citando al Dr. Scott Rogo: "Estudiar la ECM es tarea de los vivos, no de los moribundos". Refrendar un relato como el narrado no es tarea fácil, por ello tengamos siempre muy en cuenta lo que las pequeñas grandes personas de la casa tienen, a veces, que contarnos.
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