Es un ser legendario de la mitología de Tíbet y Nepal. Es considerado un críptido en la Criptozoología e interpretado como un simio gigante emparentado con el Pie Grande norteamericano. Ante la ausencia total de pruebas, sólo se cuentan con relatos que lo describen como un simio gigante bípedo que se cree está localizado en las zonas boscosas de la cordillera del Himalaya.
Quienes reconocen su existencia lo consideran un pariente lejano del orangután y descendiente del Ramapithecus que habitó en esta cordillera hace millones de años; y que por las características que presentaría el yeti, posiblemente esté emparentado con el Pie Grande y el Wendigo. Sin embargo, no existen pruebas concluyentes de la existencia de este primate. Incluso otras investigaciones relacionan al Yeti con los osos..
En algunos monasterios de Nepal se conservan restos supuestamente pertenecientes al Yeti, pero que posteriormente se ha demostrado pertenecen a un tipo de cabra local. Por otra parte es muy dudosa la existencia de simios de semejante tamaño.
Representación hecha por un niño de cómo sería un yeti.
Según otros autores, como el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, los primates en general y los simios en particular sólo viven en lugares donde existen frutas todo el año, es decir, en las zonas tropicales. Además no hay primates en las estepas, ni en los pinares mediterráneos, ni en los bosques de coníferas[1]
En el año 2008, un grupo de investigación japonés encabezado por el científico Yoshiteru Takashi, líder del proyecto Yeti nipón, recorrió durante 42 días la región de alta montaña Dhaulagiri IV dejando constancia de haber fotografiado huellas de unos 20 cm de longitud del escurridizo primate. Takashi asegura que volverá a Nepal y al Tibet durante los próximos años y no dejará el proyecto hasta que su grupo obtenga pruebas fehacientes de la existencia del ser legendario más buscado del planeta.
El chuchuna es la versión rusa del Yeti. Habitaría supuestamente en el frío eterno de Siberia y, al igual que el Yeti y Pie Grande, se dice que sería muy difícil verlo. S. Nikolayev (miembro directivo de la Academia Yakutiense) propuso como explicación que los chuchunas serían unos de los últimos sobrevivientes de los aborígenes paleoasiáticos siberianos, que buscaron refugio en las regiones más inaccesibles de los ríos Yana e Indigirka.
Quienes reconocen su existencia lo consideran un pariente lejano del orangután y descendiente del Ramapithecus que habitó en esta cordillera hace millones de años; y que por las características que presentaría el yeti, posiblemente esté emparentado con el Pie Grande y el Wendigo. Sin embargo, no existen pruebas concluyentes de la existencia de este primate. Incluso otras investigaciones relacionan al Yeti con los osos..
En algunos monasterios de Nepal se conservan restos supuestamente pertenecientes al Yeti, pero que posteriormente se ha demostrado pertenecen a un tipo de cabra local. Por otra parte es muy dudosa la existencia de simios de semejante tamaño.
Representación hecha por un niño de cómo sería un yeti.
Según otros autores, como el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, los primates en general y los simios en particular sólo viven en lugares donde existen frutas todo el año, es decir, en las zonas tropicales. Además no hay primates en las estepas, ni en los pinares mediterráneos, ni en los bosques de coníferas[1]
En el año 2008, un grupo de investigación japonés encabezado por el científico Yoshiteru Takashi, líder del proyecto Yeti nipón, recorrió durante 42 días la región de alta montaña Dhaulagiri IV dejando constancia de haber fotografiado huellas de unos 20 cm de longitud del escurridizo primate. Takashi asegura que volverá a Nepal y al Tibet durante los próximos años y no dejará el proyecto hasta que su grupo obtenga pruebas fehacientes de la existencia del ser legendario más buscado del planeta.
El chuchuna es la versión rusa del Yeti. Habitaría supuestamente en el frío eterno de Siberia y, al igual que el Yeti y Pie Grande, se dice que sería muy difícil verlo. S. Nikolayev (miembro directivo de la Academia Yakutiense) propuso como explicación que los chuchunas serían unos de los últimos sobrevivientes de los aborígenes paleoasiáticos siberianos, que buscaron refugio en las regiones más inaccesibles de los ríos Yana e Indigirka.
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