Se considera que una persona padece desordenes bipolares si a lo largo de su vida ha sufrido depresiones profundas y al menos una vez ha pasado por un episodio de "manía". Por "manía" se entiende una conducta fuera de lo común de una persona en que actúa de forma eufórica constantemente. En esos períodos la persona puede que gaste más dinero de lo habitual, que compre cosas innecesarias. También se considera dentro de esta fase el aumento de la irritabilidad y la ausencia de sueño. Generalmente en la "manía" el enfermo es incapaz de controlar su vertiginoso ritmo de pensamientos. Se dice que no conoce límites y desorbita su propia capacidad. La depresión es la otra cara del trastorno bipolar.
El cambio de una fase a otra (de manía a depresión) es variable y entre fases hay periodos de estabilidad. La frecuencia varía de una persona a otra.
PERO NO ESTAS SOLO Al trastorno bipolar también se le conoce como enfermedad maniaco-depresivo. Afecta según los últimos estudios a cerca de un 2% de la población y no al 1 % como se creía hasta ahora.
Para quienes padecen este trastorno puede ser muy perturbador. Pero tienes que saber que no estás solos en estos cambios de estado de ánimo.
TU NO TIENES LA CULPA
La bipolaridad suele aparecer en la adolescencia o al principio de la edad adulta, aunque cada vez son más los casos de niños que la padecen. Esta enfermedad no depende de ti. Es un trastorno que afecta la habilidad para ser funcional en las actividades de cada día. Afecta el trabajo o los estudios, a nuestras familias y a la vida social. Hoy en día se sabe más acerca de las causas y del tratamiento de este problema mental. Sabemos que hay causas biológicas y componentes psicológicos en TODOS los TRASTORNOS BIPOLARES. Y que la mejor forma de tratamiento es la combinación de medicinas y psicoterapia. Contrariamente a lo que se creía hasta ahora el enfermedad no es exclusivamente bioquímica o un desorden médico. (Mental Health Net. MHN)
El Gran Acontecimiento: Conseguir la remisión.
El más importante acontecimiento relativo a la Salud Mental del pasado año 2002, éste sería uno que subyacía pendiente y que se encontraba prácticamente olvidado, uno que pasó virtualmente desapercibido en su momento pero que tiene enormes implicaciones para el futuro. Éste sería la inclusión de esta frase en la Guía práctica revisada para el tratamiento de pacientes con trastorno bipolar de la American Psychiatric Association, publicada en abril de 2002:
“El tratamiento está destinado a la estabilización del episodio con el propósito de conseguir la remisión, definida como un completo retorno a un nivel de base de funcionamiento y una virtual ausencia de síntomas.” La Guía continúa citando la prevención de futuros episodios como meta para el tratamiento a largo plazo.
La Guía se hace eco de la pionera Tima Bipolar Disorders Algorithms, publicada en el estado de Texas en octubre de 2001, que cita como su meta de tratamiento “ la total remisión de los síntomas- no sólo la respuesta al tratamiento”.
En contraste, la Guía APA de 1994 virtualmente nos hizo un daño irreversible:
“Las metas específicas del tratamiento son disminuir la frecuencia, severidad y consecuencias psicosociales de los episodios y mejorar el funcionamiento psicosocial entre episodios. Algunos pacientes con daños crónicos necesitarán servicios específicos de rehabilitación”
Como ironía, la puesta de obstáculos al tratamiento se produce en un momento en que la psiquiatría está despertándose para contemplar cuán enfermos nos hallamos. En la Cuarta Conferencia Internacional sobre el Trastorno Bipolar en 2001, El Dr. Robert Post de la Red Bipolar de la Fundación Stanley observó que el trastorno bipolar es más recalcitrante al tratamiento de lo que creíamos, y según el Dr. Mark Bauer de la Universidad Brown, en la misma reunión, 30 a 50 por ciento de los pacientes bipolares permanecen crónicamente enfermos.
Entonces, ¿qué bien nos hace una gota de agua en el desierto? Uno, refleja las elecciones de tratamiento ahora disponibles, incluyendo antipsicóticos atípicos para la manía y Lamictal para la depresión bipolar. Dos, por diferencia a la antigua Guía, esta se basa en el principio de que si el tratamiento A falla, entonces intentemos el B y sino el C hasta que se llegue a un resultado favorable (eso esperamos). En términos no dudosos, la APA ha advertido a sus miembros que abandonarnos no es una opción, a pesar de la severidad de nuestros síntomas o los tratamientos que hayan fracasado en el pasado. En esencia, nuestro derecho a ponernos bien y permanecer bien ha sido codificado, y en esta era de costes ascendentes y servicios que se deterioran no es un gesto pequeño.
Nuevos tratamientos y la expansión de conocimientos pronto volverán esta Guía obsoleta. Pero no hay vuelta atrás del principio que la gobierna de “lograr la remisión... volver a los niveles básicos de funcionamiento y ausencia virtual de síntomas.” Por primera vez, disponemos de un standard mediante el cual podemos apoyar a aquellos que nos tratan y posiblemente asegurarnos de su responsabilidad. Como se desarrolle esto será la gran historia de 2003 o 2004.
Desde el punto de vista de las cinco historias principales que se incluyeron en esta publicación , el meta-análisis realizado por July Kirsch-Moore de 47 historia breves controladas como placebo en ensayos de antidepresivos de la base de datos de la FDA, era claramente el estudio del año, planteando serias cuestiones sobre la efectividad de los antidepresivos, la forma de llevar a cabo los ensayos de medicamentos, y el proceso de aprobación de la FDA. Sí, los antidepresivos probablemente funcionen. El problema es que las compañías farmacéuticas no tienen medios fiables de probarlo.
PSIQUIATRIA
Aceite de pescado para curar la mente
MYRIAM LOPEZ BLANCO
El salmón del Atlántico, la caballa y el arenque pueden ser parte del tratamiento futuro contra la depresión, la enfermedad bipolar y la esquizofrenia. En una conferencia patrocinada por los Institutos Nacionales de la Salud estadounidenses, se acaban de presentar los resultados de distintos estudios que sugieren que un consumo alto de ácidos grasos esenciales, sobre todo el omega-3, mejora estos estados cerebrales. El organismo no puede producir ácidos grasos esenciales. Por eso han de consumirse en la dieta o como complemento.
Los países en los que se consumen mayores cantidades de aceite de pescado tienen menores tasas de depresión que los países en los que este alimento no forma parte de la dieta principal.
Un estudio realizado por el equipo del doctor Joseph Hibbeln, del National Institute on Alcohol and Alcoholism, ha relacionado la presencia en la sangre del omega-3 con un mayor producción de serotonina (que está en baja cantidad en
las personas deprimidas).
En otro estudio realizado con 18 pacientes con comportamientos suicidas, los niveles altos de estas grasas se relacionaron con puntuaciones bajas en unos tests diseñados para predecir el suicidio.
Andrew L. Stoll, director de psicofarmacología en el Brigham and Women's Hospital de Boston, presentó un estudio con 50 pacientes con enfermedad bipolar. A la mitad se le administró 10 gramos diarios de omega-3 en una fórmula especial, y la otra mitad, un placebo hecho con aceite de oliva. (Todos siguieron con su tratamiento habitual). El estudio tenía que durar nueve meses, pero después de cuatro, la tasa de recaídas en el grupo que tomaba el omega-3 se redujo de forma sorprendente. No está nada claro cómo funciona esta grasa, pero se cree que actúa de una forma similar al litio y el valproato, dos fármacos para la enfermedad bipolar que bloquean la transmisión neuroquímica entre neuronas.
Malcolm Peet, jefe de psiquiatría de la Universidad de Sheffield, en el Reino Unido, ha encontrado, en tres pequeños estudios, que la administración de omega-3 reduce la gravedad de los síntomas de la esquizofrenia.
El cambio de una fase a otra (de manía a depresión) es variable y entre fases hay periodos de estabilidad. La frecuencia varía de una persona a otra.
PERO NO ESTAS SOLO Al trastorno bipolar también se le conoce como enfermedad maniaco-depresivo. Afecta según los últimos estudios a cerca de un 2% de la población y no al 1 % como se creía hasta ahora.
Para quienes padecen este trastorno puede ser muy perturbador. Pero tienes que saber que no estás solos en estos cambios de estado de ánimo.
TU NO TIENES LA CULPA
La bipolaridad suele aparecer en la adolescencia o al principio de la edad adulta, aunque cada vez son más los casos de niños que la padecen. Esta enfermedad no depende de ti. Es un trastorno que afecta la habilidad para ser funcional en las actividades de cada día. Afecta el trabajo o los estudios, a nuestras familias y a la vida social. Hoy en día se sabe más acerca de las causas y del tratamiento de este problema mental. Sabemos que hay causas biológicas y componentes psicológicos en TODOS los TRASTORNOS BIPOLARES. Y que la mejor forma de tratamiento es la combinación de medicinas y psicoterapia. Contrariamente a lo que se creía hasta ahora el enfermedad no es exclusivamente bioquímica o un desorden médico. (Mental Health Net. MHN)
El Gran Acontecimiento: Conseguir la remisión.
El más importante acontecimiento relativo a la Salud Mental del pasado año 2002, éste sería uno que subyacía pendiente y que se encontraba prácticamente olvidado, uno que pasó virtualmente desapercibido en su momento pero que tiene enormes implicaciones para el futuro. Éste sería la inclusión de esta frase en la Guía práctica revisada para el tratamiento de pacientes con trastorno bipolar de la American Psychiatric Association, publicada en abril de 2002:
“El tratamiento está destinado a la estabilización del episodio con el propósito de conseguir la remisión, definida como un completo retorno a un nivel de base de funcionamiento y una virtual ausencia de síntomas.” La Guía continúa citando la prevención de futuros episodios como meta para el tratamiento a largo plazo.
La Guía se hace eco de la pionera Tima Bipolar Disorders Algorithms, publicada en el estado de Texas en octubre de 2001, que cita como su meta de tratamiento “ la total remisión de los síntomas- no sólo la respuesta al tratamiento”.
En contraste, la Guía APA de 1994 virtualmente nos hizo un daño irreversible:
“Las metas específicas del tratamiento son disminuir la frecuencia, severidad y consecuencias psicosociales de los episodios y mejorar el funcionamiento psicosocial entre episodios. Algunos pacientes con daños crónicos necesitarán servicios específicos de rehabilitación”
Como ironía, la puesta de obstáculos al tratamiento se produce en un momento en que la psiquiatría está despertándose para contemplar cuán enfermos nos hallamos. En la Cuarta Conferencia Internacional sobre el Trastorno Bipolar en 2001, El Dr. Robert Post de la Red Bipolar de la Fundación Stanley observó que el trastorno bipolar es más recalcitrante al tratamiento de lo que creíamos, y según el Dr. Mark Bauer de la Universidad Brown, en la misma reunión, 30 a 50 por ciento de los pacientes bipolares permanecen crónicamente enfermos.
Entonces, ¿qué bien nos hace una gota de agua en el desierto? Uno, refleja las elecciones de tratamiento ahora disponibles, incluyendo antipsicóticos atípicos para la manía y Lamictal para la depresión bipolar. Dos, por diferencia a la antigua Guía, esta se basa en el principio de que si el tratamiento A falla, entonces intentemos el B y sino el C hasta que se llegue a un resultado favorable (eso esperamos). En términos no dudosos, la APA ha advertido a sus miembros que abandonarnos no es una opción, a pesar de la severidad de nuestros síntomas o los tratamientos que hayan fracasado en el pasado. En esencia, nuestro derecho a ponernos bien y permanecer bien ha sido codificado, y en esta era de costes ascendentes y servicios que se deterioran no es un gesto pequeño.
Nuevos tratamientos y la expansión de conocimientos pronto volverán esta Guía obsoleta. Pero no hay vuelta atrás del principio que la gobierna de “lograr la remisión... volver a los niveles básicos de funcionamiento y ausencia virtual de síntomas.” Por primera vez, disponemos de un standard mediante el cual podemos apoyar a aquellos que nos tratan y posiblemente asegurarnos de su responsabilidad. Como se desarrolle esto será la gran historia de 2003 o 2004.
Desde el punto de vista de las cinco historias principales que se incluyeron en esta publicación , el meta-análisis realizado por July Kirsch-Moore de 47 historia breves controladas como placebo en ensayos de antidepresivos de la base de datos de la FDA, era claramente el estudio del año, planteando serias cuestiones sobre la efectividad de los antidepresivos, la forma de llevar a cabo los ensayos de medicamentos, y el proceso de aprobación de la FDA. Sí, los antidepresivos probablemente funcionen. El problema es que las compañías farmacéuticas no tienen medios fiables de probarlo.
PSIQUIATRIA
Aceite de pescado para curar la mente
MYRIAM LOPEZ BLANCO
El salmón del Atlántico, la caballa y el arenque pueden ser parte del tratamiento futuro contra la depresión, la enfermedad bipolar y la esquizofrenia. En una conferencia patrocinada por los Institutos Nacionales de la Salud estadounidenses, se acaban de presentar los resultados de distintos estudios que sugieren que un consumo alto de ácidos grasos esenciales, sobre todo el omega-3, mejora estos estados cerebrales. El organismo no puede producir ácidos grasos esenciales. Por eso han de consumirse en la dieta o como complemento.
Los países en los que se consumen mayores cantidades de aceite de pescado tienen menores tasas de depresión que los países en los que este alimento no forma parte de la dieta principal.
Un estudio realizado por el equipo del doctor Joseph Hibbeln, del National Institute on Alcohol and Alcoholism, ha relacionado la presencia en la sangre del omega-3 con un mayor producción de serotonina (que está en baja cantidad en
las personas deprimidas).
En otro estudio realizado con 18 pacientes con comportamientos suicidas, los niveles altos de estas grasas se relacionaron con puntuaciones bajas en unos tests diseñados para predecir el suicidio.
Andrew L. Stoll, director de psicofarmacología en el Brigham and Women's Hospital de Boston, presentó un estudio con 50 pacientes con enfermedad bipolar. A la mitad se le administró 10 gramos diarios de omega-3 en una fórmula especial, y la otra mitad, un placebo hecho con aceite de oliva. (Todos siguieron con su tratamiento habitual). El estudio tenía que durar nueve meses, pero después de cuatro, la tasa de recaídas en el grupo que tomaba el omega-3 se redujo de forma sorprendente. No está nada claro cómo funciona esta grasa, pero se cree que actúa de una forma similar al litio y el valproato, dos fármacos para la enfermedad bipolar que bloquean la transmisión neuroquímica entre neuronas.
Malcolm Peet, jefe de psiquiatría de la Universidad de Sheffield, en el Reino Unido, ha encontrado, en tres pequeños estudios, que la administración de omega-3 reduce la gravedad de los síntomas de la esquizofrenia.
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