Días sin sol

Fundar. Crear. Un taller es un lugar de reparación. Reparar lo tanto usado. Y aquí se trata del corazón.
Hubo quien consumió todo su corazón en una emboscada y dio lo mejor de sí. Otro que se resistió para que no se llevaran lo nuevo.
Hoy los tiempos parecen que ayudan para dejar extender esas pequeñas hermosas alas que tenias plegadas como bandera y deseabas abrir a toda prisa. Hacer dialogo, con-vocarnos a asamblea de cosas que pasaron de moda. Deseos que podrán realizarse en cada sol diario.
Alas de colibrí, sutiles. Deseos sutiles y tiernos, que con ética se guardan en lo más recóndito del corazón. Como diría el poeta: “alas de colibrí para la cura”.
Cada sueño deja un resto como deuda. Seres sin costo, esos pocos que se conocen en la vida, y que no demandan nada a cambio de lo que dan. Deudas de amor. Amar es dar lo que no se tiene. El amor no tiene precio. El amor no se cobra. Sujetos, que son pocos, que despiertan deseos sin deudas. Amar no es un buen negocio.

Aquí va el amor proponiendo fundar lo nuevo que incluye deseos, para aquellos que quedaron por fuera del imperio de lo peor.
Hoy te encuentras en las calles descascaradas de los recuerdos, y eso te hace sentir humano. Y tal vez mañana te cruces con aquel con el que no hablabas hace años. Placeres de segundos, ya sé que no será lo mismo, atrás quedaron esos días livianos. ¿Recuerdas esos días donde nada parecía imposible?.
No es fácil el hoy, ese ir pisando flojo. Pisar con ganas es romper espejismos, alborotar nueva espuma. Nada es imposible. Imposibilidad no es impotencia.
Sueños que hoy te vuelven. Travesuras que te hacen humano. ¿Darle batalla al sufrir o darse por vencido?. Luchar por un vivir mejor da energías. Energía y una aurora que destella a lo lejos. Un amor que destella de a poco. Aurora puede ser una nueva claridad.
Así estamos hoy, entre lo nuevo y lo viejo. Entre lo claro y lo oscuro. Y lo viejo no es edad. Y lo claro no es lo evidente.
Lo marchito y lo nuevo. Y unos sentimientos que te convocan a asamblea, para hacerse oír.
Este articulo esta dedicado a un entrañable amigo de lo nuevo, y a sus alas de colibrí. Mario Goldberg. Que aun hoy, y a Dios gracias, sigue violentando apariencias.