Alice Bailey fue una esoterista y escritora inglesa cuyo nombre de soltera fue Alice Ann la Trobe-Bateman, nació en Manchester (Lancashire) el 16 de junio de 1880. Y murió a los 69 años de edad, el 15 de diciembre de 1949. Perteneció en su juventud al Centro de la Sociedad Teosófica de Los Angeles (Estados Unidos), de la que luego se separó para actuar con más libertad de acuerdo a sus propios puntos de vista y a las enseñanzas que le impartieron dos Maestros de la Jerarquía Oculta.
Bailey escribió diversos libros, como por ejemplo “Iniciación humana y solar” o “Tratado de mágia blanca”. En ellos sostiene que existe una organización formada tanto por seres humanos vivos como por otros que ya han fallecido, que se reúnen periódicamente en planos no físicos para trabajar en bien de la humanidad. En este sentido, fundó una entidad (la “Escuela Arcana”) sin ánimo de lucro cuya sede central está en Ginebra (Suiza).
En su Autobiografía Inconclusa, uno de sus libros que puede encontrarse en español, ella menciona que tuvo su primer encuentro con el Maestro Koot Hoomi el 30 de junio de 1895, cuando contaba tan sólo 15 años de edad y en circunstancias en que las dificultades y el sufrimiento la rodeaban por todas partes. Desde entonces trabajó durante toda su vida para él, llegando a ser una de las discípulas más avanzadas de su grupo o Ashrama. Por otra parte el Maestro Djwhal Khul, conocido como D.K. o El Tibetano, inspiró o dictó sus libros por medio de la facultad denominada clariaudiencia, que poseía Alice Bailey en marcado grado. El contacto con este instructor se mantuvo durante cerca de treinta años.
Partiendo de un pasado Británico conservador, la vida condujo a Alice Bailey por muchos caminos, pero siempre en una dirección: el momento en que, a través de drásticas experiencias personales, logró la síntesis de apreciación y entendimiento, y una absoluta convicción de que una única vida divina compenetra y anima a la humanidad una; de que el Plan para la humanidad requiere de la colaboración y el servicio de entrenados y dedicados seres humanos inteligentemente informados de los asuntos del mundo, en colaboración con aquellos que forman la Jerarquía espiritual, el gobierno interno del planeta. El trabajo de su vida llegó a ser parte integral de esta síntesis y de este entendimiento. Sin perder en lo más mínimo sus cualidades y compromisos muy humanos, su alma asumió el compromiso con su Maestro, y su personalidad suministró la cooperación total en el campo del servicio aceptado.
Básicamente su trabajo se desarrolló como una dualidad: su servicio de discipulado, que incluyó la fundación de una escuela esotérica; y su acuerdo, al cual fue reluctante en un principio, de trabajar con el Tibetano, Djwhal Khul, en la escritura de una serie de libros que presentarían la etapa siguiente en la continuidad de la enseñanza de la Sabiduría Perenne destinada al presente y futuro inmediato.
Alice Bailey, algo reticente, aceptó emprender su propia autobiografía, hacia el final de su vida. Lo que la hizo decidir finalmente a escribir sobre su vida fue la carta de un amigo que, según nos dice, sentía que “podía prestar un gran servicio si explicaba a la gente cómo había llegado a lo que soy, siendo de utilidad saber de qué manera una activa y rabiosa cristiana ortodoxa llegó a convertirse en una muy conocida instructora esotérica.”
Actualmente, junto con Annie Besant, Alice es considerada como un claro precedente del movimiento actual de la Nueva Era.
Bailey escribió diversos libros, como por ejemplo “Iniciación humana y solar” o “Tratado de mágia blanca”. En ellos sostiene que existe una organización formada tanto por seres humanos vivos como por otros que ya han fallecido, que se reúnen periódicamente en planos no físicos para trabajar en bien de la humanidad. En este sentido, fundó una entidad (la “Escuela Arcana”) sin ánimo de lucro cuya sede central está en Ginebra (Suiza).
En su Autobiografía Inconclusa, uno de sus libros que puede encontrarse en español, ella menciona que tuvo su primer encuentro con el Maestro Koot Hoomi el 30 de junio de 1895, cuando contaba tan sólo 15 años de edad y en circunstancias en que las dificultades y el sufrimiento la rodeaban por todas partes. Desde entonces trabajó durante toda su vida para él, llegando a ser una de las discípulas más avanzadas de su grupo o Ashrama. Por otra parte el Maestro Djwhal Khul, conocido como D.K. o El Tibetano, inspiró o dictó sus libros por medio de la facultad denominada clariaudiencia, que poseía Alice Bailey en marcado grado. El contacto con este instructor se mantuvo durante cerca de treinta años.
Partiendo de un pasado Británico conservador, la vida condujo a Alice Bailey por muchos caminos, pero siempre en una dirección: el momento en que, a través de drásticas experiencias personales, logró la síntesis de apreciación y entendimiento, y una absoluta convicción de que una única vida divina compenetra y anima a la humanidad una; de que el Plan para la humanidad requiere de la colaboración y el servicio de entrenados y dedicados seres humanos inteligentemente informados de los asuntos del mundo, en colaboración con aquellos que forman la Jerarquía espiritual, el gobierno interno del planeta. El trabajo de su vida llegó a ser parte integral de esta síntesis y de este entendimiento. Sin perder en lo más mínimo sus cualidades y compromisos muy humanos, su alma asumió el compromiso con su Maestro, y su personalidad suministró la cooperación total en el campo del servicio aceptado.
Básicamente su trabajo se desarrolló como una dualidad: su servicio de discipulado, que incluyó la fundación de una escuela esotérica; y su acuerdo, al cual fue reluctante en un principio, de trabajar con el Tibetano, Djwhal Khul, en la escritura de una serie de libros que presentarían la etapa siguiente en la continuidad de la enseñanza de la Sabiduría Perenne destinada al presente y futuro inmediato.
Alice Bailey, algo reticente, aceptó emprender su propia autobiografía, hacia el final de su vida. Lo que la hizo decidir finalmente a escribir sobre su vida fue la carta de un amigo que, según nos dice, sentía que “podía prestar un gran servicio si explicaba a la gente cómo había llegado a lo que soy, siendo de utilidad saber de qué manera una activa y rabiosa cristiana ortodoxa llegó a convertirse en una muy conocida instructora esotérica.”
Actualmente, junto con Annie Besant, Alice es considerada como un claro precedente del movimiento actual de la Nueva Era.
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