Nadie sabe a ciencia cierta por qué la naturaleza nos ha obsequiado con las imágenes oníricas. Psicólogos, filósofos, científicos y ocultistas han intentado ofrecer una explicación más o menos coherente, dando lugar a una extensa literatura sobre el contenido de los sueños: sueños curativos (para prevenir y combatir enfermedades), sueños de advertencia y diagnóstico, sueños lúcidos (técnicas para programas los sueños y cambiar nuestras vidas física y psíquicamente), sueños de autoconocimento...
No cabe duda de que en buena parte de estos ejemplos las imágenes oníricas constituyen símbolos y arquetipos universales de nuestras emociones más profundas y aunque existen numerosos manuales y catálogos sobre clasificaciones e interpretaciones de sueños, el análisis último de la actividad onírica depende de las circunstancias que rodean al soñador y su forma de concebir el mundo físico. Pero, ¿qué ocurre cuando estos sueños se convierten en un medio de conocimiento sobre hechos futuros?
Está demostrado que el sueño es un campo de abono ideal para que se manifiesten espontáneamente fenómenos de percepción extrasensorial (PES), pues un gran número de este tipo de experiencias sucede mientras dormimos. Sigmund Freud recopiló casos de supuesta telepatía onírica y llegó a la conclusión de que el sueño crea condiciones favorables para ésta. Su discípulo Carl G. Jung, se reafirma mucho más en esta cuestión y se muestra firmemente convencido tanto de la existencia de sueños telepáticos en las visiones nocturnas (esto es, proyecciones en imágenes de un pensamiento captado por nuestro cerebro), como de los sueños premonitorios (flashes sobre acontecimientos futuros que nuestro subconsciente nos envía al dormir).
El científico griego Demócrito creía que existían ciertas “emanaciones” de otras personas u objetos que podían introducirse en la conciencia durante el reposo, produciendo los sueños telepáticos. El enigmático lenguaje onírico, desconcertante muchas veces, no nos debe pasar desapercibido. Son numerosas las personas que han podido percibir escenas de hechos que han ocurrido posteriormente. Accidentes, catástrofes y desgracias son los ejemplos más frecuentes en los sueños premonitorios. En ocasiones, este tipo de sueños están encubiertos por simbolismos que desvelaremos utilizando, por supuesto, la lógica y en gran medida la intuición. Pero en la mayor parte de los casos, las escenas, como ya veremos más adelante, transcurren de la manera más natural, como si estuviéramos visionando una película.
Proceso del sueño
El sueño es un estado fisiológico temporal durante el cual nuestro cuerpo se relaja y queda alejado de la realidad del mundo que le rodea. A pesar de ello, la actividad general continúa y las funciones vitales se siguen manteniendo. Estudios llevados a cabo con el empleo de electroencefalogramas, muestran un cambio destacado en la intensidad de las ondas cerebrales. Todos soñamos. Cada noche tenemos cuatro o cinco ciclos de sueño que duran entre 70 y 100 minutos. En cada uno pasamos por tres fases: sueño ligero, lento o profundo y paradójico o MOR, más conocido como REM (Rapid Eyes Movements).
Esta última fase constituye un marco favorable para la aparición de fenómenos PSI. Es en este momento del sueño cuando la respiración se altera, aumenta la presión sanguínea y el cerebro refleja una actividad similar a la de vigilia. Los músculos se paralizan y quedan sumidos en una atonía física, lo que explica por qué muchas personas durante el sueño, siendo conscientes de que sueñan, intentan “despertar” en vano. Cuando alguien se despierta o es despertado en esta fase, suele recordar más fácilmente sus sueños. Pero cada instante que transcurre distorsiona el contenido de los mismos. Por este motivo, son numerosos los autores que recomiendan anotar rápidamente las vivencias oníricas para su posterior interpretación.
Los científicos han demostrado que el soñar es común a todas las especies y tan necesario como el dormir, pues si se ha impedido a un sujeto soñar, se ha tornado más huraño e irritable durante la experiencia; posteriormente, cuando se le ha dejado dormir de manera libre y natural, se ha podido constatar un aumento considerable de actividad onírica.
Sueños precognitivos
Una característica a destacar en los sueños premonitorios o proféticos que se ha comprobado estadísticamente es la probabilidad de que el sueño se transforme en realidad al poco tiempo de haber tenido lugar.
En algunos casos de sueños premonitorios las escenas aparecen fragmentadas como en un rompecabezas dificultando la interpretación. Aunque, personas que han tenido sueños precognitivos desde la niñez coinciden en señalar que en el sueño psíquico las escenas son muy reales, como documentales, y el soñador siempre está ausente del mismo.
Normalmente las personas que tienen este tipo de experiencias saben discernirlas del sueño normal por su intensidad y el grado de impacto que reciben. También puede darse la circunstancia de que el mismo sueño sea compartido por más de una persona, como parece suceder en algunos accidentes y catástrofes. Un ejemplo de precognición onírica compartida fue el accidente de aviación del boxeador Rocky Marciano, campeón del mundo de los pesos pesados. Su muerte, aseguran, fue soñada antes por varias personas.
El filósofo alemán Arthur Schopenhauer atribuía los sueños proféticos a una videncia sonambular, porque en los sueños de esta clase no se efectuaba un despertar inmediato. Explicaba los sueños precognitivos de la siguiente forma: “Este tipo de sueños dan prueba segura e inevitable de un nexo del ser que depende de un orden de cosas completamente distinto de la naturaleza, en cuanto que tiene por base las leyes del espacio, del tiempo y de la casualidad; mientras que aquel orden es más profundamente cimentado, primitivo e inmediato; por eso anula por él las más generales leyes de la naturaleza, porque son puramente formales”. Realmente este fenómeno se escapa a las indagaciones hechas por los hombres, contrastando con las leyes de la naturaleza conocidas en la actualidad.
Según las teorías ocultistas, los sueños son transmitidos cuando nuestra alma, liberada de nuestras ataduras carnales por medio del sueño, que es la “pérdida de conciencia”, puede entrar en contacto con el más allá y extraer imágenes de acontecimientos que aún están por venir. La realización o no de los sueños proféticos depende de las posiciones astrales. Los ocultistas sostienen que Neptuno reina sobre el mundo invisible y que la Luna es la antena que transmite el efecto sobre la Tierra. Teoría esta última un tanto romántica, pero teoría al fin y al cabo.
Sueños proféticos en la Historia
- José (penúltimo hijo de Jacob y Raquel) interpretó un sueño del Faraón de Egipto que permitiría a este último abastecer sus graneros salvando a su gente de una muerte segura. El Faraón soñó con siete vacas gordas seguidas inmediatamente de siete vacas flacas que las devoraron. Luego se le aparecieron siete espigas llenas de granos, pero también se le aparecieron siete espigas resecas y vacías que se comieron a las primeras. La interpretación resulta evidente: “Vendrán siete años de abundancia seguidos por siete de carestía”.
- Nabucodonosor, rey de Babilonia, se encontraba en Jerusalén cuando vio en sueños una estatua que tenía la cabeza de oro, el pecho y los brazos de plata, los muslos de cobre, las piernas de hierro, y los pies, en parte de hierro y en parte de barro. Una piedra que cayó y dio contra la estatua hizo que ésta se fragmentara por la escasa solidez de su base de sustentación. Evidentemente, la estatua representaba el conjunto de las naciones, y su desmenuzamiento, el anuncio de su posterior destrucción.
- A Napoleón en la víspera de la batalla de Waterloo se le apareció en sueños, por dos veces, un gato negro (símbolo de traición según muchos autores) que corría de un ejército a otro.
- María Antonieta, la reina de Francia, mientras se encontraba encarcelada, vio en sueños un sol rojo elevarse por encima de una columna que no tardó en desplomarse.
- Luis XIV combatía reiteradamente, en sueños, con un fuerte león que acababa tumbando. Dos meses después conquistó el Franco Condado.
- Hécuba, consorte de Príamo, soñó dar a luz una antorcha encendida que abrasaba la ciudad de Troya.
- Calpurnia (año de Roma 709) esposa de Julio César, vio en sueños a su marido acribillado de heridas y expirando en sus brazos.
- Llevando en su seno la reina Olipia a Alejandro el Grande soñó que su marido, el rey Felipe, había puesto en su vientre un sello con la efigie de un león, pronosticando el valor y conquistas del futuro monarca.
Casi todos estos ejemplos constituyen casos de sueños proféticos encubiertos por simbolismos, pero como ya hemos mencionado anteriormente, la precognición onírica no tiene por qué ser tan intrigante y a veces se expresa de manera mucho más textual. Como si de una película se tratara:
Célebre es la precognición de Monseñor Joseph de Lany, obispo de los Balcanes. La noche del 27 de junio de 1914 soñó que leía su correspondencia y entre las cartas hallaba una que llevaba los sellos imperiales. La carta describía en primera persona el asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando de Habsburgo. El archiduque sería asesinado al día siguiente.
Otro sueño conocido es el del presidente de los Estados Unidos Abraham Lincoln (1809-1865), quién soñó con su propia muerte. El presidente soñó que entraba en el cuarto oriental de la Casa Blanca y veía un cadáver amortajado y custodiado por varios soldados. El mandatario le preguntó a un soldado quién había muerto, a lo cual el soldado respondió que el presidente había sido asesinado. Lincoln moría el 14 de abril de 1865 de un disparo en la nuca.
El escritor Mark Twain vio a su hermano Henry dentro de un ataúd metálico. Sobre su pecho había un ramo de flores blancas con una rosa roja en el centro. El barco de vapor en el que navegaba Henry por el Mississippi se incendió y sufrió quemaduras que le provocaron la muerte días después. El ataúd y el ramo de rosas que vio Twain eran idénticos a los del sueño.
Y para finalizar estos ejemplos de entre los innumerables que existen, no quiero omitir un sueño citado en multitud de ocasiones en artículos y escritos que hacen referencia al tema que tratamos, tanto por su especial significación como por su posterior repercusión en medios de comunicación. Se trata del sueño de una niña galesa de nueve años llamada Eryl Maijones.
Eryl soñó la noche del 19 de octubre de 1966 que salía de su casa hacia la escuela y al llegar a ella descubría que el edificio había desaparecido bajo “una cosa negra” que lo había enterrado. La madre no concedió importancia al relato de su hija y Eryl, como de costumbre, marchó a la escuela. Más tarde una gran avalancha de carbón cayó sobre el pueblo minero de Aberfán sepultando a casi 150 personas, entre ellas se encontraba la niña. Al parecer, según comprobaron estudios posteriores, alrededor de 60 personas habrían tenido la misma precognición onírica sobre la tragedia.
Casos como éste nos invitan a la reflexión, pues son sólo la pequeña muestra de una larga lista de sueños que han podido ser reconocidos como auténticos. Por tanto, podemos concluir que el fenómeno es real. Existe una suerte de sueños que trascienden nuestros conceptos de espacio y tiempo –captando recuerdos del pasado y del futuro o información de acontecimientos simultáneos al propio sueño- y a los que la Ciencia no ha sabido encontrar una explicación. Prueba de ello son todas las experiencias de precognición que a través del tiempo los hombres han ido recogiendo fielmente hasta nuestros días.
No cabe duda de que en buena parte de estos ejemplos las imágenes oníricas constituyen símbolos y arquetipos universales de nuestras emociones más profundas y aunque existen numerosos manuales y catálogos sobre clasificaciones e interpretaciones de sueños, el análisis último de la actividad onírica depende de las circunstancias que rodean al soñador y su forma de concebir el mundo físico. Pero, ¿qué ocurre cuando estos sueños se convierten en un medio de conocimiento sobre hechos futuros?
Está demostrado que el sueño es un campo de abono ideal para que se manifiesten espontáneamente fenómenos de percepción extrasensorial (PES), pues un gran número de este tipo de experiencias sucede mientras dormimos. Sigmund Freud recopiló casos de supuesta telepatía onírica y llegó a la conclusión de que el sueño crea condiciones favorables para ésta. Su discípulo Carl G. Jung, se reafirma mucho más en esta cuestión y se muestra firmemente convencido tanto de la existencia de sueños telepáticos en las visiones nocturnas (esto es, proyecciones en imágenes de un pensamiento captado por nuestro cerebro), como de los sueños premonitorios (flashes sobre acontecimientos futuros que nuestro subconsciente nos envía al dormir).
El científico griego Demócrito creía que existían ciertas “emanaciones” de otras personas u objetos que podían introducirse en la conciencia durante el reposo, produciendo los sueños telepáticos. El enigmático lenguaje onírico, desconcertante muchas veces, no nos debe pasar desapercibido. Son numerosas las personas que han podido percibir escenas de hechos que han ocurrido posteriormente. Accidentes, catástrofes y desgracias son los ejemplos más frecuentes en los sueños premonitorios. En ocasiones, este tipo de sueños están encubiertos por simbolismos que desvelaremos utilizando, por supuesto, la lógica y en gran medida la intuición. Pero en la mayor parte de los casos, las escenas, como ya veremos más adelante, transcurren de la manera más natural, como si estuviéramos visionando una película.
Proceso del sueño
El sueño es un estado fisiológico temporal durante el cual nuestro cuerpo se relaja y queda alejado de la realidad del mundo que le rodea. A pesar de ello, la actividad general continúa y las funciones vitales se siguen manteniendo. Estudios llevados a cabo con el empleo de electroencefalogramas, muestran un cambio destacado en la intensidad de las ondas cerebrales. Todos soñamos. Cada noche tenemos cuatro o cinco ciclos de sueño que duran entre 70 y 100 minutos. En cada uno pasamos por tres fases: sueño ligero, lento o profundo y paradójico o MOR, más conocido como REM (Rapid Eyes Movements).
Esta última fase constituye un marco favorable para la aparición de fenómenos PSI. Es en este momento del sueño cuando la respiración se altera, aumenta la presión sanguínea y el cerebro refleja una actividad similar a la de vigilia. Los músculos se paralizan y quedan sumidos en una atonía física, lo que explica por qué muchas personas durante el sueño, siendo conscientes de que sueñan, intentan “despertar” en vano. Cuando alguien se despierta o es despertado en esta fase, suele recordar más fácilmente sus sueños. Pero cada instante que transcurre distorsiona el contenido de los mismos. Por este motivo, son numerosos los autores que recomiendan anotar rápidamente las vivencias oníricas para su posterior interpretación.
Los científicos han demostrado que el soñar es común a todas las especies y tan necesario como el dormir, pues si se ha impedido a un sujeto soñar, se ha tornado más huraño e irritable durante la experiencia; posteriormente, cuando se le ha dejado dormir de manera libre y natural, se ha podido constatar un aumento considerable de actividad onírica.
Sueños precognitivos
Una característica a destacar en los sueños premonitorios o proféticos que se ha comprobado estadísticamente es la probabilidad de que el sueño se transforme en realidad al poco tiempo de haber tenido lugar.
En algunos casos de sueños premonitorios las escenas aparecen fragmentadas como en un rompecabezas dificultando la interpretación. Aunque, personas que han tenido sueños precognitivos desde la niñez coinciden en señalar que en el sueño psíquico las escenas son muy reales, como documentales, y el soñador siempre está ausente del mismo.
Normalmente las personas que tienen este tipo de experiencias saben discernirlas del sueño normal por su intensidad y el grado de impacto que reciben. También puede darse la circunstancia de que el mismo sueño sea compartido por más de una persona, como parece suceder en algunos accidentes y catástrofes. Un ejemplo de precognición onírica compartida fue el accidente de aviación del boxeador Rocky Marciano, campeón del mundo de los pesos pesados. Su muerte, aseguran, fue soñada antes por varias personas.
El filósofo alemán Arthur Schopenhauer atribuía los sueños proféticos a una videncia sonambular, porque en los sueños de esta clase no se efectuaba un despertar inmediato. Explicaba los sueños precognitivos de la siguiente forma: “Este tipo de sueños dan prueba segura e inevitable de un nexo del ser que depende de un orden de cosas completamente distinto de la naturaleza, en cuanto que tiene por base las leyes del espacio, del tiempo y de la casualidad; mientras que aquel orden es más profundamente cimentado, primitivo e inmediato; por eso anula por él las más generales leyes de la naturaleza, porque son puramente formales”. Realmente este fenómeno se escapa a las indagaciones hechas por los hombres, contrastando con las leyes de la naturaleza conocidas en la actualidad.
Según las teorías ocultistas, los sueños son transmitidos cuando nuestra alma, liberada de nuestras ataduras carnales por medio del sueño, que es la “pérdida de conciencia”, puede entrar en contacto con el más allá y extraer imágenes de acontecimientos que aún están por venir. La realización o no de los sueños proféticos depende de las posiciones astrales. Los ocultistas sostienen que Neptuno reina sobre el mundo invisible y que la Luna es la antena que transmite el efecto sobre la Tierra. Teoría esta última un tanto romántica, pero teoría al fin y al cabo.
Sueños proféticos en la Historia
- José (penúltimo hijo de Jacob y Raquel) interpretó un sueño del Faraón de Egipto que permitiría a este último abastecer sus graneros salvando a su gente de una muerte segura. El Faraón soñó con siete vacas gordas seguidas inmediatamente de siete vacas flacas que las devoraron. Luego se le aparecieron siete espigas llenas de granos, pero también se le aparecieron siete espigas resecas y vacías que se comieron a las primeras. La interpretación resulta evidente: “Vendrán siete años de abundancia seguidos por siete de carestía”.
- Nabucodonosor, rey de Babilonia, se encontraba en Jerusalén cuando vio en sueños una estatua que tenía la cabeza de oro, el pecho y los brazos de plata, los muslos de cobre, las piernas de hierro, y los pies, en parte de hierro y en parte de barro. Una piedra que cayó y dio contra la estatua hizo que ésta se fragmentara por la escasa solidez de su base de sustentación. Evidentemente, la estatua representaba el conjunto de las naciones, y su desmenuzamiento, el anuncio de su posterior destrucción.
- A Napoleón en la víspera de la batalla de Waterloo se le apareció en sueños, por dos veces, un gato negro (símbolo de traición según muchos autores) que corría de un ejército a otro.
- María Antonieta, la reina de Francia, mientras se encontraba encarcelada, vio en sueños un sol rojo elevarse por encima de una columna que no tardó en desplomarse.
- Luis XIV combatía reiteradamente, en sueños, con un fuerte león que acababa tumbando. Dos meses después conquistó el Franco Condado.
- Hécuba, consorte de Príamo, soñó dar a luz una antorcha encendida que abrasaba la ciudad de Troya.
- Calpurnia (año de Roma 709) esposa de Julio César, vio en sueños a su marido acribillado de heridas y expirando en sus brazos.
- Llevando en su seno la reina Olipia a Alejandro el Grande soñó que su marido, el rey Felipe, había puesto en su vientre un sello con la efigie de un león, pronosticando el valor y conquistas del futuro monarca.
Casi todos estos ejemplos constituyen casos de sueños proféticos encubiertos por simbolismos, pero como ya hemos mencionado anteriormente, la precognición onírica no tiene por qué ser tan intrigante y a veces se expresa de manera mucho más textual. Como si de una película se tratara:
Célebre es la precognición de Monseñor Joseph de Lany, obispo de los Balcanes. La noche del 27 de junio de 1914 soñó que leía su correspondencia y entre las cartas hallaba una que llevaba los sellos imperiales. La carta describía en primera persona el asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando de Habsburgo. El archiduque sería asesinado al día siguiente.
Otro sueño conocido es el del presidente de los Estados Unidos Abraham Lincoln (1809-1865), quién soñó con su propia muerte. El presidente soñó que entraba en el cuarto oriental de la Casa Blanca y veía un cadáver amortajado y custodiado por varios soldados. El mandatario le preguntó a un soldado quién había muerto, a lo cual el soldado respondió que el presidente había sido asesinado. Lincoln moría el 14 de abril de 1865 de un disparo en la nuca.
El escritor Mark Twain vio a su hermano Henry dentro de un ataúd metálico. Sobre su pecho había un ramo de flores blancas con una rosa roja en el centro. El barco de vapor en el que navegaba Henry por el Mississippi se incendió y sufrió quemaduras que le provocaron la muerte días después. El ataúd y el ramo de rosas que vio Twain eran idénticos a los del sueño.
Y para finalizar estos ejemplos de entre los innumerables que existen, no quiero omitir un sueño citado en multitud de ocasiones en artículos y escritos que hacen referencia al tema que tratamos, tanto por su especial significación como por su posterior repercusión en medios de comunicación. Se trata del sueño de una niña galesa de nueve años llamada Eryl Maijones.
Eryl soñó la noche del 19 de octubre de 1966 que salía de su casa hacia la escuela y al llegar a ella descubría que el edificio había desaparecido bajo “una cosa negra” que lo había enterrado. La madre no concedió importancia al relato de su hija y Eryl, como de costumbre, marchó a la escuela. Más tarde una gran avalancha de carbón cayó sobre el pueblo minero de Aberfán sepultando a casi 150 personas, entre ellas se encontraba la niña. Al parecer, según comprobaron estudios posteriores, alrededor de 60 personas habrían tenido la misma precognición onírica sobre la tragedia.
Casos como éste nos invitan a la reflexión, pues son sólo la pequeña muestra de una larga lista de sueños que han podido ser reconocidos como auténticos. Por tanto, podemos concluir que el fenómeno es real. Existe una suerte de sueños que trascienden nuestros conceptos de espacio y tiempo –captando recuerdos del pasado y del futuro o información de acontecimientos simultáneos al propio sueño- y a los que la Ciencia no ha sabido encontrar una explicación. Prueba de ello son todas las experiencias de precognición que a través del tiempo los hombres han ido recogiendo fielmente hasta nuestros días.
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