El reciente estreno de un documental en el canal de televisión History Channel ha sacado a la luz un manuscrito atribuido al famoso profeta francés, abriendo de nuevo el debate sobre la veracidad de sus célebres vaticinios. Repleto de dibujos e ilustraciones codificadas que indican una relación de profecías, el texto parece aludir a escenas del futuro, incluyendo sucesos que supuestamente corresponden a los primeros años del siglo XXI.
El 28 de octubre de 2007, la cadena de televisión History Channel emitió en Estados Unidos El libro perdido de Nostradamus, un documental en el que desvelaba la existencia de un antiguo manuscrito, descubierto casualmente en Italia, cuyo autor parecía ser el propio Michel de Notredame. Lo más llamativo es que las páginas del antiguo libro contienen una serie de imágenes crípticas, que son examinadas en el reportaje por expertos en el profeta francés y que podrían ser las «visiones del futuro» que tuvo Nostradamus. Entre ellas destaca especialmente una, que recuerda inevitablemente el ataque contra las Torres Gemelas de Nueva York... Aunque el documental acaba de estrenarse, en realidad la historia sobre el hallazgo de este manuscrito inédito se remonta a más de diez años atrás. A mediados de 1994 una periodista italiana, Enza Massa, que se encontraba realizando una investigación casi rutinaria con textos antiguos en la Biblioteca Nacional de Italia, se topó con un raro ejemplar. El libro tenía como fecha de entrada el año 1629, pero lo que más llamó la atención a la periodista fue su título, Nostradamus Vaticinia Codex y, sobre todo, la firma del autor en tinta indeleble: Michel de Notredame. La posibilidad de que se hubiera descubierto un libro inédito del profeta francés puso en alerta a numerosos investigadores de todo el mundo.
El manuscrito cuenta con ochenta acuarelas, ilustraciones a todo color supuestamente pintadas a mano por el propio Nostradamus. El documento parece ser, en efecto, del siglo XVII y no una falsificación moderna. Al menos eso es lo que certifican los especialistas de la famosa biblioteca. Las ilustraciones van acompañadas de dos cartas, una introductoria y otra a modo de conclusión, en las que se puede leer que Nostradamus legó el manuscrito a su hijo César. Al parecer, éste habría recibido también órdenes de su padre para que el original llegase a manos de un cardenal de la época, Maffeo Barberini. Este prelado se convirtió en Papa pocos años más tarde, adoptando el nombre de Urbano VIII. ¿Había adivinado Nostradamus el brillante futuro que esperaba al religioso?
Maffeo Barberini fue un gran defensor de los franceses durante la Guerra de los Treinta Años, hasta el punto de que apoyó al célebre cardenal Richelieu, que simpatizaba con los protestantes, en contra de los intereses de Felipe IV, el católico rey de España. Además, se da la circunstancia de que nació en Florencia, ciudad cuyo blasón luce la flor de lis, emblema que comparte con Francia. Embajador del Vaticano en París, hombre culto y profundo conocedor de la literatura griega y latina, fue probablemente el mayor mecenas de las artes y las ciencias que tuvo el Vaticano. Así pues, no resulta extraño que Nostradamus lo hubiera elegido para salvaguardar su preciado códice. Como tampoco lo es que, una vez nombrado Papa, Barberini colocara a su sobrino Francesco al frente de la Biblioteca Vaticana. ¿Quería controlar el conocimiento que oculta el gigantesco archivo?
Es posible que fuera consciente del poder que constituían todos esos manuscritos y saberes prohibidos porque, paradójicamente, bajo su mandato se dio una de las mayores persecuciones intelectuales de la historia de la Iglesia. Por una parte tenemos el tristemente célebre proceso a Galileo, en el que Urbano VIII obligó al científico a retractarse de su teoría heliocéntrica y lo castigó a un arresto domiciliario de por vida. Además, fue un firme defensor de las hogueras inquisitoriales, con especial predilección por los astrólogos que vaticinaban el futuro.
DIBUJOS CODIFICADOS DEL 11-S
Curiosamente, el «manuscrito perdido» de Nostradamus aborda el futuro del papado romano desde el año 1623 hasta la actualidad. Se trata de gráficos, textos y dibujos muy esquemáticos formados por velas, banderas, animales y letras que componen un código que podría aludir veladamente a apellidos concretos. Por ejemplo, una de las ilustraciones parece referirse al papa Pío X (Giuseppe Sarto); lo representa en un trono con una tela sostenido por ángeles en el fondo («Sarto» significa sastre en castellano). Otra imagen se correspondería con el papa Pío VI (Barnaba Chiaramonti), dibujado como un pontífice con hábito monacal, que en un puño sostiene una rosa y en el otro una hoz que le amenaza (fue prisionero en la Francia de Napoleón). En la parte inferior de la imagen aparece la letra «B» (¿una alusión a su nombre de pila?), y hay una vista nítida de los montes Chiaramonti en el fondo.
Según algunos investigadores, las imágenes podrían estar profetizando un intervalo de 400 años, extendiéndose desde las primeras décadas del siglo XVII hasta comienzos del siglo XXI. En la ilustración número 33 del libro, por ejemplo, puede verse a una mujer ataviada con una corona real y un vestido rojo. Para la periodista Enza Massa, esta imagen alude a María Antonieta y a Luis XVI durante la Revolución Francesa. La Primera y Segunda guerras mundiales también estarían reflejadas, en opinión de los estudiosos. Además, una de las figuras más llamativas es la de un Papa gigante, con un bastón pastoral y la imagen de la Santísima Virgen María, que es asaltado por un soldado con una cimitarra (una espada curva típica del mundo árabe). Como es sabido, Juan Pablo II sufrió un atentado perpetrado por el turco Mehmet Alí Agca. Por otro lado también sabemos que Juan Pablo II tenía en su emblema la «M» de María, y que fue precisamente una insignia de la virgen de Fátima que llevaba bajo su traje la que detuvo o desvió parcialmente una de las balas.
En lo que respecta a la época actual, casi al final del supuesto manuscrito de Nostradamus aparece una ilustración impresionante. Se trata de una torre de gran tamaño, que está siendo devorada por unas enormes llamaradas. Algunos especialistas, como el italiano Ottavio Cesare Ramotti, han querido ver en dicha imagen un anuncio del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York del año 2001. Recordemos que el primer ensayo sobre este manuscrito fue publicado en Italia en 1995, y hasta dos años después no se tradujo al inglés. Según Enza Massa, «las llamas parecen salir de grandes ventanales de la torre como si obedecieran a una explosión, más que a un incendio». Dicho escenario tiene un gran parecido con el momento exacto en el que los aviones se estrellaron contra el gigantesco World Trade Center. Pero, ¿cómo es posible que alguién vaticinara hace casi cinco siglos lo que ocurriría en la actualidad?
UNA VIDA OCULTA
Nacido en Francia el 14 de diciembre de 1503, sus padres eran judíos que se convirtieron al cristianismo en los años más duros de la Inquisición para evitar el peligro. Michel de Notredame se convirtió rápidamente en un hombre inquieto y polifacético. Astrólogo, profesor, matemático y médico personal del rey Carlos IX de Francia, empezó a ser conocido durante una epidemia en la que sus poco ortodoxos métodos médicos habrían curado a ciudades enteras de la «peste negra», una plaga tan devastadora que hizo desaparecer a buena parte de la población europea. Sin embargo, el éxito que alcanzó se vio oscurecido por una gran tragedia personal. El brillante médico y futuro profeta no pudo prever el devastador efecto de la peste en su propia familia, y tuvo que asistir impotente a la muerte de su esposa e hijos.
Destrozado por el dolor, Nostradamus se dedicó a vagar por todo el Mediterráneo, donde probablemente trabó contacto con personajes que influyeron decisivamente en él, ampliando sus conocimientos ocultos. Después se estableció en Salon (una localidad del sur de Francia) donde empezó a tener las visiones místicas que le convertirían en una leyenda, incluso en su propia época.
En 1555 publicó la primera de una serie de predicciones en verso, titulada Los siglos verdaderos. Divididas en diez secciones que denominó «centurias», Nostradamus redactó un total de 942 profecías en forma de cuartetas (poemas de cuatro versos) que le aseguraron un lugar en la Historia. Estos oscuros y crípticos textos llevan siglos siendo analizados y traducidos en busca de nuevos sentidos y significados. Michel de Notredame murió en 1566 y aunque sus restos fueron profanados durante la Revolución Francesa –se dice que uno de los soldados se jactó de haber bebido directamente de su calavera–, su tumba se conserva intacta en Salon.
Nostradamus vivió en una época turbulenta y llegó a temer por su vida, pues su don para la profecía podía ser interpretado por los más desconfiados como el fruto de prácticas demoníacas o de magia negra.
El 28 de octubre de 2007, la cadena de televisión History Channel emitió en Estados Unidos El libro perdido de Nostradamus, un documental en el que desvelaba la existencia de un antiguo manuscrito, descubierto casualmente en Italia, cuyo autor parecía ser el propio Michel de Notredame. Lo más llamativo es que las páginas del antiguo libro contienen una serie de imágenes crípticas, que son examinadas en el reportaje por expertos en el profeta francés y que podrían ser las «visiones del futuro» que tuvo Nostradamus. Entre ellas destaca especialmente una, que recuerda inevitablemente el ataque contra las Torres Gemelas de Nueva York... Aunque el documental acaba de estrenarse, en realidad la historia sobre el hallazgo de este manuscrito inédito se remonta a más de diez años atrás. A mediados de 1994 una periodista italiana, Enza Massa, que se encontraba realizando una investigación casi rutinaria con textos antiguos en la Biblioteca Nacional de Italia, se topó con un raro ejemplar. El libro tenía como fecha de entrada el año 1629, pero lo que más llamó la atención a la periodista fue su título, Nostradamus Vaticinia Codex y, sobre todo, la firma del autor en tinta indeleble: Michel de Notredame. La posibilidad de que se hubiera descubierto un libro inédito del profeta francés puso en alerta a numerosos investigadores de todo el mundo.
El manuscrito cuenta con ochenta acuarelas, ilustraciones a todo color supuestamente pintadas a mano por el propio Nostradamus. El documento parece ser, en efecto, del siglo XVII y no una falsificación moderna. Al menos eso es lo que certifican los especialistas de la famosa biblioteca. Las ilustraciones van acompañadas de dos cartas, una introductoria y otra a modo de conclusión, en las que se puede leer que Nostradamus legó el manuscrito a su hijo César. Al parecer, éste habría recibido también órdenes de su padre para que el original llegase a manos de un cardenal de la época, Maffeo Barberini. Este prelado se convirtió en Papa pocos años más tarde, adoptando el nombre de Urbano VIII. ¿Había adivinado Nostradamus el brillante futuro que esperaba al religioso?
Maffeo Barberini fue un gran defensor de los franceses durante la Guerra de los Treinta Años, hasta el punto de que apoyó al célebre cardenal Richelieu, que simpatizaba con los protestantes, en contra de los intereses de Felipe IV, el católico rey de España. Además, se da la circunstancia de que nació en Florencia, ciudad cuyo blasón luce la flor de lis, emblema que comparte con Francia. Embajador del Vaticano en París, hombre culto y profundo conocedor de la literatura griega y latina, fue probablemente el mayor mecenas de las artes y las ciencias que tuvo el Vaticano. Así pues, no resulta extraño que Nostradamus lo hubiera elegido para salvaguardar su preciado códice. Como tampoco lo es que, una vez nombrado Papa, Barberini colocara a su sobrino Francesco al frente de la Biblioteca Vaticana. ¿Quería controlar el conocimiento que oculta el gigantesco archivo?
Es posible que fuera consciente del poder que constituían todos esos manuscritos y saberes prohibidos porque, paradójicamente, bajo su mandato se dio una de las mayores persecuciones intelectuales de la historia de la Iglesia. Por una parte tenemos el tristemente célebre proceso a Galileo, en el que Urbano VIII obligó al científico a retractarse de su teoría heliocéntrica y lo castigó a un arresto domiciliario de por vida. Además, fue un firme defensor de las hogueras inquisitoriales, con especial predilección por los astrólogos que vaticinaban el futuro.
DIBUJOS CODIFICADOS DEL 11-S
Curiosamente, el «manuscrito perdido» de Nostradamus aborda el futuro del papado romano desde el año 1623 hasta la actualidad. Se trata de gráficos, textos y dibujos muy esquemáticos formados por velas, banderas, animales y letras que componen un código que podría aludir veladamente a apellidos concretos. Por ejemplo, una de las ilustraciones parece referirse al papa Pío X (Giuseppe Sarto); lo representa en un trono con una tela sostenido por ángeles en el fondo («Sarto» significa sastre en castellano). Otra imagen se correspondería con el papa Pío VI (Barnaba Chiaramonti), dibujado como un pontífice con hábito monacal, que en un puño sostiene una rosa y en el otro una hoz que le amenaza (fue prisionero en la Francia de Napoleón). En la parte inferior de la imagen aparece la letra «B» (¿una alusión a su nombre de pila?), y hay una vista nítida de los montes Chiaramonti en el fondo.
Según algunos investigadores, las imágenes podrían estar profetizando un intervalo de 400 años, extendiéndose desde las primeras décadas del siglo XVII hasta comienzos del siglo XXI. En la ilustración número 33 del libro, por ejemplo, puede verse a una mujer ataviada con una corona real y un vestido rojo. Para la periodista Enza Massa, esta imagen alude a María Antonieta y a Luis XVI durante la Revolución Francesa. La Primera y Segunda guerras mundiales también estarían reflejadas, en opinión de los estudiosos. Además, una de las figuras más llamativas es la de un Papa gigante, con un bastón pastoral y la imagen de la Santísima Virgen María, que es asaltado por un soldado con una cimitarra (una espada curva típica del mundo árabe). Como es sabido, Juan Pablo II sufrió un atentado perpetrado por el turco Mehmet Alí Agca. Por otro lado también sabemos que Juan Pablo II tenía en su emblema la «M» de María, y que fue precisamente una insignia de la virgen de Fátima que llevaba bajo su traje la que detuvo o desvió parcialmente una de las balas.
En lo que respecta a la época actual, casi al final del supuesto manuscrito de Nostradamus aparece una ilustración impresionante. Se trata de una torre de gran tamaño, que está siendo devorada por unas enormes llamaradas. Algunos especialistas, como el italiano Ottavio Cesare Ramotti, han querido ver en dicha imagen un anuncio del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York del año 2001. Recordemos que el primer ensayo sobre este manuscrito fue publicado en Italia en 1995, y hasta dos años después no se tradujo al inglés. Según Enza Massa, «las llamas parecen salir de grandes ventanales de la torre como si obedecieran a una explosión, más que a un incendio». Dicho escenario tiene un gran parecido con el momento exacto en el que los aviones se estrellaron contra el gigantesco World Trade Center. Pero, ¿cómo es posible que alguién vaticinara hace casi cinco siglos lo que ocurriría en la actualidad?
UNA VIDA OCULTA
Nacido en Francia el 14 de diciembre de 1503, sus padres eran judíos que se convirtieron al cristianismo en los años más duros de la Inquisición para evitar el peligro. Michel de Notredame se convirtió rápidamente en un hombre inquieto y polifacético. Astrólogo, profesor, matemático y médico personal del rey Carlos IX de Francia, empezó a ser conocido durante una epidemia en la que sus poco ortodoxos métodos médicos habrían curado a ciudades enteras de la «peste negra», una plaga tan devastadora que hizo desaparecer a buena parte de la población europea. Sin embargo, el éxito que alcanzó se vio oscurecido por una gran tragedia personal. El brillante médico y futuro profeta no pudo prever el devastador efecto de la peste en su propia familia, y tuvo que asistir impotente a la muerte de su esposa e hijos.
Destrozado por el dolor, Nostradamus se dedicó a vagar por todo el Mediterráneo, donde probablemente trabó contacto con personajes que influyeron decisivamente en él, ampliando sus conocimientos ocultos. Después se estableció en Salon (una localidad del sur de Francia) donde empezó a tener las visiones místicas que le convertirían en una leyenda, incluso en su propia época.
En 1555 publicó la primera de una serie de predicciones en verso, titulada Los siglos verdaderos. Divididas en diez secciones que denominó «centurias», Nostradamus redactó un total de 942 profecías en forma de cuartetas (poemas de cuatro versos) que le aseguraron un lugar en la Historia. Estos oscuros y crípticos textos llevan siglos siendo analizados y traducidos en busca de nuevos sentidos y significados. Michel de Notredame murió en 1566 y aunque sus restos fueron profanados durante la Revolución Francesa –se dice que uno de los soldados se jactó de haber bebido directamente de su calavera–, su tumba se conserva intacta en Salon.
Nostradamus vivió en una época turbulenta y llegó a temer por su vida, pues su don para la profecía podía ser interpretado por los más desconfiados como el fruto de prácticas demoníacas o de magia negra.
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