Apropiación del cuerpo, de la mente y del alma de una persona por una fuerza externa que se percibe como una deidad, un espíritu, un demonio, un ente o una personalidad aparte.
La posesión es generalmente indeseada y problemática. Se la admite como cierta desde la antigüedad y ha sido culpada de virtualmente todos los problemas concebibles relativos a la suerte, la salud, la riqueza, el amor y el equilibrio mental.
Algunas clases de posesión, como las atribuidas a dioses o al Espíritu Santo, son deseables y voluntarias.
Algunas clases de mediumnidad, como las de voz directa y de canalización, son formas de posesión temporal por parte de los espíritus o por entes no materiales. La curación de las posesiones no deseadas se logra mediante el exorcismo, que se realiza mediante un rito. Por otra parte, la posesión voluntaria concluye al final de la ceremonia religiosa, del rito de curación o de la sesión espiritista de que forme parte.
Excepto los casos de posesión por el Espíritu Santo, todos los demás son considerados por la Iglesia como obras de Satanás. Los teólogos medievales dedicaron gran atención al tema de la posesión demoníaca. Se decía que el diablo poseía a las personas penetrando en su mente y en su alma, o utilizando como intermediarios a una bruja o a un hechicero que introducía al demonio dentro de la víctima. La comida embrujada era el método favorito. La posesión hacía a la víctima comportarse vilmente y renunciar a Dios. La única forma de liberar a la persona del diablo era mediante la ejecución del rito de exorcismo. Todavía en la época contemporánea se siguen conociendo casos de posesión, así como de exorcismos formales realizados por sacerdotes.
La posesión más temida y maligna para la religión judaica es la atribuida a un dybbuk, un alma condenada que se introduce en el cuerpo de la persona y provoca un comportamiento abominable, además de una gran angustia mental y espiritual. Los dybbuks son exorcizados por los ba'at shems, o rabinos milagrosos.
En muchas sociedades la posesión es un hecho de la vida cotidiana, y puede implicar desde una simple molestia hasta un problema muy serio. Lo más frecuente es que la víctima sea una mujer de clase inferior convencida de que sus problemas personales ‑enfermedades, dolores menstruales, esterilidad, la muerte de un hijo, un aborto, malos tratos por parte del marido o del padre, la infidelidad del marido‑ son causados por la intervención de los espíritus malignos. Para la solución de esos problemas, la mujer buscará los servicios de un exorcista, de la misma manera que otra persona buscaría los servicios de un psicoterapeuta. El exorcismo sirve al doble propósito de procurar alivio al problema y de ganar estatura social.
En Occidente, las posesiones no son siempre consideradas de carácter demoníaco sino que a veces se las considera como encuentros con espíritus confusos. Se cree que algunos espíritus posesores son almas de muertos que no se han percatado de su situación y que tratan de reintroducirse en un cuerpo. Estos espíritus pueden marcharse voluntariamente una vez que se les explica su situación y se les invita a marcharse. En otros casos, las posesiones pueden ser la obra de espíritus que intentan comunicar un mensaje o una advertencia. En ambos casos la víctima puede experimentar fuertes dolores de cabeza y desórdenes del sueño, ver luces extrañas, escuchar ruidos y voces extrañas, padecer fenómenos poltergeist y hasta locura temporal.
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Posesiones y enfermedades mentales
La idea de que las enfermedades mentales son el resultado de la posesión por los espíritus se remonta a la antigüedad. Actualmente la idea sigue teniendo partidarios, pero la comunidad médica no la avala.
A principios del siglo XX el doctor James H. Hyslop, uno de los primeros presidentes de la American Society for Psychical Research, escribió en su libro Contad with the Other World (1919) que las personas que creían en la telepatía eran más propensas a ser invadidas a distancia por entes desencarnados, posiblemente de carácter bajo y malévolo.
Hyslop creía igualmente que muchas personas que padecían de histeria, de personalidad múltiple, de demencia precoz y de otros disturbios mentales, mostraban indicios de haber sido invadidos por esos entes desencarnados. Sus llamamientos a la comunidad médica para que tuvieran en cuenta esas situaciones fueron desoídos. No obstante, sus opiniones eran compartidas por algunos colegas, principalmente por el doctor Titus Bull y por Carl A. Wicklund y Ana Wicklund. Ver Desposesión.
Más recientemente, M. Scott Peck, que se describe a sí mismo como un "científico cabeza dura", psiquiatra egresado de la Universidad de Harvard y que ejerce en Connecticut, ha dicho que dos de sus muchos pacientes que sufren de personalidad múltiple padecían igualmente de posesión por espíritus malignos, cuyo propósito era destruir la mente de sus víctimas. Los espíritus fueron exorcisados. Peck relata el hecho en su libro The People of the Líe (1983).
El psiquíatra californiano Ralph Allison ha declarado que muchos casos de personalidad múltiple son el resultado de posesiones por espíritus tanto inofensivos como demoníacos. Su controvertido libro Mínds in Many Pieces (1980) relata algunos de esos casos y los sucesos paranormales de que estuvieron rodeados.
Otros psiquiatras han descubierto que sólo con exorcismos como la invocación del nombre del Señor se logra eliminar a una o más de las personalidades. La eficacia de los exorcismos religiosos tal vez se deba a las creencias religiosas del paciente.
En ciertas regiones de América Latina en que existen fuertes creencias espiritistas, los desórdenes como la epilepsia, la esquizofrenia y la personalidad múltiple se pueden tratar como casos de posesión. Allan Kardec, pseudónimo del francés que fundó el espiritismo en el siglo XIX, creía que ciertas enfermedades causadas por los espíritus, o por fragmentos de vidas anteriores de las personas, podían ser tratadas con la ayuda de espíritus guías.
Las teorías de Kardec estuvieron de moda en Francia durante cierto tiempo, aunque no causaron sensación en el resto de Europa. Sin embargo, echaron raíces en América Latina, particularmente en Brasil, donde resultaban compatibles con las tradiciones existentes.
En Brasil, donde muchos médicos y psiquiatras son espiritistas, todavía se efectúan curas con arreglo al "kardecismo", como se llama al espiritismo, o a prácticas similares como la umbanda o el candomblé.
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Posesiones voluntarias
En muchas culturas no occidentales, la comunicación con los espíritus y las deidades se halla en el centro de los cultos religiosos. La posesión por un dios demuestra que el poseído es digno de la atención y la protección del mismo. En esa clase de ceremonias los fieles cantan y bailan hasta que son "montados" por el dios, convirtiéndose en los "caballos" del mismo y adoptando sus características particulares. Durante todo el tiempo de la posesión -que puede durar varias horas- el poseso habla y se comporta como el dios, con olvido de todo dolor o de la alta temperatura ambiental, y puede anunciar profecías.
La contraparte más parecida del cristianismo es la tradición de la posesión voluntaria por el Espíritu Santo, que se origina en la posesión experimentada por los apóstoles de Cristo el primer día de Pentecostés. En el libro de los Hechos se describe cómo aparecieron llamas encima de las cabezas de los apóstoles, y cómo éstos hablaron en lenguas que desconocían. Estos hechos, conjuntamente con otras formas de comunión extática con Dios, caracterizaron el culto cristiano de los primeros tiempos hasta que fueron sustituidas por prácticas más austeras.
La posesión es generalmente indeseada y problemática. Se la admite como cierta desde la antigüedad y ha sido culpada de virtualmente todos los problemas concebibles relativos a la suerte, la salud, la riqueza, el amor y el equilibrio mental.
Algunas clases de posesión, como las atribuidas a dioses o al Espíritu Santo, son deseables y voluntarias.
Algunas clases de mediumnidad, como las de voz directa y de canalización, son formas de posesión temporal por parte de los espíritus o por entes no materiales. La curación de las posesiones no deseadas se logra mediante el exorcismo, que se realiza mediante un rito. Por otra parte, la posesión voluntaria concluye al final de la ceremonia religiosa, del rito de curación o de la sesión espiritista de que forme parte.
Excepto los casos de posesión por el Espíritu Santo, todos los demás son considerados por la Iglesia como obras de Satanás. Los teólogos medievales dedicaron gran atención al tema de la posesión demoníaca. Se decía que el diablo poseía a las personas penetrando en su mente y en su alma, o utilizando como intermediarios a una bruja o a un hechicero que introducía al demonio dentro de la víctima. La comida embrujada era el método favorito. La posesión hacía a la víctima comportarse vilmente y renunciar a Dios. La única forma de liberar a la persona del diablo era mediante la ejecución del rito de exorcismo. Todavía en la época contemporánea se siguen conociendo casos de posesión, así como de exorcismos formales realizados por sacerdotes.
La posesión más temida y maligna para la religión judaica es la atribuida a un dybbuk, un alma condenada que se introduce en el cuerpo de la persona y provoca un comportamiento abominable, además de una gran angustia mental y espiritual. Los dybbuks son exorcizados por los ba'at shems, o rabinos milagrosos.
En muchas sociedades la posesión es un hecho de la vida cotidiana, y puede implicar desde una simple molestia hasta un problema muy serio. Lo más frecuente es que la víctima sea una mujer de clase inferior convencida de que sus problemas personales ‑enfermedades, dolores menstruales, esterilidad, la muerte de un hijo, un aborto, malos tratos por parte del marido o del padre, la infidelidad del marido‑ son causados por la intervención de los espíritus malignos. Para la solución de esos problemas, la mujer buscará los servicios de un exorcista, de la misma manera que otra persona buscaría los servicios de un psicoterapeuta. El exorcismo sirve al doble propósito de procurar alivio al problema y de ganar estatura social.
En Occidente, las posesiones no son siempre consideradas de carácter demoníaco sino que a veces se las considera como encuentros con espíritus confusos. Se cree que algunos espíritus posesores son almas de muertos que no se han percatado de su situación y que tratan de reintroducirse en un cuerpo. Estos espíritus pueden marcharse voluntariamente una vez que se les explica su situación y se les invita a marcharse. En otros casos, las posesiones pueden ser la obra de espíritus que intentan comunicar un mensaje o una advertencia. En ambos casos la víctima puede experimentar fuertes dolores de cabeza y desórdenes del sueño, ver luces extrañas, escuchar ruidos y voces extrañas, padecer fenómenos poltergeist y hasta locura temporal.
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Posesiones y enfermedades mentales
La idea de que las enfermedades mentales son el resultado de la posesión por los espíritus se remonta a la antigüedad. Actualmente la idea sigue teniendo partidarios, pero la comunidad médica no la avala.
A principios del siglo XX el doctor James H. Hyslop, uno de los primeros presidentes de la American Society for Psychical Research, escribió en su libro Contad with the Other World (1919) que las personas que creían en la telepatía eran más propensas a ser invadidas a distancia por entes desencarnados, posiblemente de carácter bajo y malévolo.
Hyslop creía igualmente que muchas personas que padecían de histeria, de personalidad múltiple, de demencia precoz y de otros disturbios mentales, mostraban indicios de haber sido invadidos por esos entes desencarnados. Sus llamamientos a la comunidad médica para que tuvieran en cuenta esas situaciones fueron desoídos. No obstante, sus opiniones eran compartidas por algunos colegas, principalmente por el doctor Titus Bull y por Carl A. Wicklund y Ana Wicklund. Ver Desposesión.
Más recientemente, M. Scott Peck, que se describe a sí mismo como un "científico cabeza dura", psiquiatra egresado de la Universidad de Harvard y que ejerce en Connecticut, ha dicho que dos de sus muchos pacientes que sufren de personalidad múltiple padecían igualmente de posesión por espíritus malignos, cuyo propósito era destruir la mente de sus víctimas. Los espíritus fueron exorcisados. Peck relata el hecho en su libro The People of the Líe (1983).
El psiquíatra californiano Ralph Allison ha declarado que muchos casos de personalidad múltiple son el resultado de posesiones por espíritus tanto inofensivos como demoníacos. Su controvertido libro Mínds in Many Pieces (1980) relata algunos de esos casos y los sucesos paranormales de que estuvieron rodeados.
Otros psiquiatras han descubierto que sólo con exorcismos como la invocación del nombre del Señor se logra eliminar a una o más de las personalidades. La eficacia de los exorcismos religiosos tal vez se deba a las creencias religiosas del paciente.
En ciertas regiones de América Latina en que existen fuertes creencias espiritistas, los desórdenes como la epilepsia, la esquizofrenia y la personalidad múltiple se pueden tratar como casos de posesión. Allan Kardec, pseudónimo del francés que fundó el espiritismo en el siglo XIX, creía que ciertas enfermedades causadas por los espíritus, o por fragmentos de vidas anteriores de las personas, podían ser tratadas con la ayuda de espíritus guías.
Las teorías de Kardec estuvieron de moda en Francia durante cierto tiempo, aunque no causaron sensación en el resto de Europa. Sin embargo, echaron raíces en América Latina, particularmente en Brasil, donde resultaban compatibles con las tradiciones existentes.
En Brasil, donde muchos médicos y psiquiatras son espiritistas, todavía se efectúan curas con arreglo al "kardecismo", como se llama al espiritismo, o a prácticas similares como la umbanda o el candomblé.
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Posesiones voluntarias
En muchas culturas no occidentales, la comunicación con los espíritus y las deidades se halla en el centro de los cultos religiosos. La posesión por un dios demuestra que el poseído es digno de la atención y la protección del mismo. En esa clase de ceremonias los fieles cantan y bailan hasta que son "montados" por el dios, convirtiéndose en los "caballos" del mismo y adoptando sus características particulares. Durante todo el tiempo de la posesión -que puede durar varias horas- el poseso habla y se comporta como el dios, con olvido de todo dolor o de la alta temperatura ambiental, y puede anunciar profecías.
La contraparte más parecida del cristianismo es la tradición de la posesión voluntaria por el Espíritu Santo, que se origina en la posesión experimentada por los apóstoles de Cristo el primer día de Pentecostés. En el libro de los Hechos se describe cómo aparecieron llamas encima de las cabezas de los apóstoles, y cómo éstos hablaron en lenguas que desconocían. Estos hechos, conjuntamente con otras formas de comunión extática con Dios, caracterizaron el culto cristiano de los primeros tiempos hasta que fueron sustituidas por prácticas más austeras.
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