1. Encienda las velas del altar 1 y 2.
2. Encienda el Incienso.
3. Encienda la vela del consultante pensando en él, o en su propio rostro si es que es usted mismo quien desea tener poder sobre otra persona.
4. Encienda la vela blanca, pensando en la fuerza del consultante.
5. Encienda la vela astral de la persona sobre la que el consultante desea adquirir poder, piense intensamente en esa persona.
6. Encienda la vela púrpura, pensando en cómo emana el poder del consultante, y cómo puede afectar a la otra persona.
7. Encienda la vela naranja, pensando en la atracción que el consultante ejerce hacia la otra persona. Luego, diga:
«Señor, desde las profundidades lanzo un grito.
Oye mi voz, Señor: Presta atención a mi voz, a mis súplicas.
Señor, si tú te muestras inicuo ¿quién no lo va ser?
Pero tu misericordia es grande, ¿qué puedo temer?
Espero en Dios, mi alma espera, mi esperanza está en su palabra.
Mi alma espera en Dios más que los que contemplan el amanecer.
Sí, más que los que contemplan La luz de la mañana.
Israel tiene fe en el Señor, su gracia le acompaña;
En El se encuentra la redención eterna.
Y redimirá a Israel de todas sus iniquidades».
8. Medite unos instantes. Apague las velas, en el mismo orden que las encendió. Repita el ritual durante seis noches.
2. Encienda el Incienso.
3. Encienda la vela del consultante pensando en él, o en su propio rostro si es que es usted mismo quien desea tener poder sobre otra persona.
4. Encienda la vela blanca, pensando en la fuerza del consultante.
5. Encienda la vela astral de la persona sobre la que el consultante desea adquirir poder, piense intensamente en esa persona.
6. Encienda la vela púrpura, pensando en cómo emana el poder del consultante, y cómo puede afectar a la otra persona.
7. Encienda la vela naranja, pensando en la atracción que el consultante ejerce hacia la otra persona. Luego, diga:
«Señor, desde las profundidades lanzo un grito.
Oye mi voz, Señor: Presta atención a mi voz, a mis súplicas.
Señor, si tú te muestras inicuo ¿quién no lo va ser?
Pero tu misericordia es grande, ¿qué puedo temer?
Espero en Dios, mi alma espera, mi esperanza está en su palabra.
Mi alma espera en Dios más que los que contemplan el amanecer.
Sí, más que los que contemplan La luz de la mañana.
Israel tiene fe en el Señor, su gracia le acompaña;
En El se encuentra la redención eterna.
Y redimirá a Israel de todas sus iniquidades».
8. Medite unos instantes. Apague las velas, en el mismo orden que las encendió. Repita el ritual durante seis noches.
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