Un ángel de la guarda es un espíritu creado por Dios que protege y dirige a una persona en particular. La noción de “angel de la guarda” y de su jerarquía fue desarrollado extensamente durante el siglo V AC. por Pseudo Dionisio Aeropagita.
La creencia ortodoxa contemporánea religiosa sostiene que los ángeles de la guarda protegen el cuerpo y elevan rezos a Dios, a la manera de intermediarios. El calendario de santos de la Iglesia Católica incluye un recordatorio a estos seres, angeles celestiales, celebrado el 2 de octubre.
Los cristianos creen que los ángeles de la guarda protegen cualquier persona o vivienda a pedido del propio Dios, sin embargo, la creencia de que Dios envía un espíritu para observar a cada individuo era común en la filosofía griega clásica; Platón se refiere a ella en el Fedón, 108. De manera similar, esta mención aparece en el Antiguo Testamento, aunque no se delinea con especificidad.
En el Libro de Daniel, los ángeles parecen ser asignados a ciertos países. Enoc 100:5 –parte de cuya escritura está inspirada en los documentos de la Iglesia Etíope Ortodoxa de Tewahedo– manifiesta que los hombres justos gozan de ángeles protectores. En Hechos 12:15 aparece otra alusión a tal creencia, mientras que en Mateo 18:10, Jesús explica que existen ángeles de la guarda que cuidan a los niños: Nunca los desdeñen; les digo que tienen sus ángeles de la guarda en el cielo, que miran continuamente al rostro divino de mi padre. (Nueva Biblia Inglesa.)
ORACIÓN AL ÁNGEL DE LA GUARDA
La oración habitual de los cristianos a su ángel de la guarda es la siguiente:
ángel de la guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, hasta que descanse en los brazos, de Jesús, José y María.
Amén.
Que cada alma individual tiene un ángel de la guarda nunca ha sido definido por la Iglesia, por lo tanto, no es un artículo de la fe. Sin embargo así se lo considera, tácitamente, tal como San Gerónimo expresó: cómo será de grande la dignidad del alma para que cada uno tenga desde su nacimiento un ángel de la guarda asignado por Dios.
La fe en la existencia de estos custodios se remonta a la Antigüedad: paganos como Plutarco y neoplatónicos como Plotino sostuvieron esta tesis. Era también la creencia de babilónicos y asirios, tal como sus monumentos atestiguan.
En la Biblia, esta doctrina es claramente perceptible y su desarrollo está textualmente expresado. En Génesis 28-29, los ángeles no sólo actúan como los ejecutores de la cólera de Dios sino que salvan a Lot del peligro; en Éxodo 12-13 un ángel es el líder designado para conducir a Israel, y en 32:34, Dios dice a Moisés: Mi ángel irá contigo.
Invocación al Ángel de la Guarda.
Siempre que te sientas solo, angustiado o enfermo invócalo y él te escuchará y ayudará.
Puedes invocarlo en casos de peligro o para que te de valor al afrontar compromisos importantes o al enfrentarte ante situaciones límite.
Puedes llamarlo para alegrar y proteger a los niños. También para que te ayude a vencer cualquier sentimiento negativo, o para liberarte de
viejas estructuras, para reformarlas, y para poner una energía nueva y transformadora en tu trabajo y en tus relaciones. También puedes invocarlo para que te enseñe y ayude aceptar lo que no puedes cambiar,
como la pérdida de un ser querido.
Cómo invocar a nuestro Ángel Guardián.
La invocación a los Ángeles, es una forma de devolverle al universo todo lo que generosamente nos da. La invocación es una energía que generamos
para atraer a los Ángeles. Tiene que surgir como una necesidad interior porque es una llamada que puede cambiar nuestra vida, nuestra visión, nuestras relaciones, modificar y mejorar nuestra personalidad.
La invocación y su práctica hacen que la personalidad y el alma se fundan en una unidad combinada y concentrada. La invocación genera en nosotros
una intensa sensación de realidad, de entusiasmo por la vida y produce también una energía radiante, magnética y dinámica.
Una vez que logramos sentir la presencia de nuestro Ángel, debemos aferrarnos a ese “sentimiento”, y en los momentos difíciles, recordarlo, sentir que no estamos solos. Que cada situación complicada, por la cual la vida nos pone a prueba, la atravesamos acompañados por esa “chispita
de Dios”, que es nuestro Ángel Guardián personal.
La invocación se realiza a través de la visualización, que es un verdadero acto mágico en la vida del ser humano, porque es posible “crear mágicamente” utilizando nuestros poderes divinos con la asistencia de los Ángeles.
La invocación se realiza a través de la visualización, que es un verdadero acto mágico en la vida del ser humano, porque es posible “crear mágicamente” utilizando nuestros poderes divinos con la asistencia de los Ángeles.
El contacto con nuestro Ángel de la Guarda, tanto sea en forma visible como en sentir su presencia, requiere de una o varias sesiones invocatorias.
Él nos hablará a través de nuestra voz interior, guiando nuestros pasos, corrigiendo nuestras actitudes, sentimientos adversos, hasta lograr el
equilibrio físico, mental y espiritual, necesarios para hacer posible su aparición.
La repetición y el seguimiento de la llamada permanente y diaria crea la voluntad continua de concentrarnos conscientemente en nuestra evolución.
En todo aquello que llamamos prueba, pena o deber, creedme, la mano de un Ángel está allí.
Los ángeles nos guian Siempre
La creencia ortodoxa contemporánea religiosa sostiene que los ángeles de la guarda protegen el cuerpo y elevan rezos a Dios, a la manera de intermediarios. El calendario de santos de la Iglesia Católica incluye un recordatorio a estos seres, angeles celestiales, celebrado el 2 de octubre.
Los cristianos creen que los ángeles de la guarda protegen cualquier persona o vivienda a pedido del propio Dios, sin embargo, la creencia de que Dios envía un espíritu para observar a cada individuo era común en la filosofía griega clásica; Platón se refiere a ella en el Fedón, 108. De manera similar, esta mención aparece en el Antiguo Testamento, aunque no se delinea con especificidad.
En el Libro de Daniel, los ángeles parecen ser asignados a ciertos países. Enoc 100:5 –parte de cuya escritura está inspirada en los documentos de la Iglesia Etíope Ortodoxa de Tewahedo– manifiesta que los hombres justos gozan de ángeles protectores. En Hechos 12:15 aparece otra alusión a tal creencia, mientras que en Mateo 18:10, Jesús explica que existen ángeles de la guarda que cuidan a los niños: Nunca los desdeñen; les digo que tienen sus ángeles de la guarda en el cielo, que miran continuamente al rostro divino de mi padre. (Nueva Biblia Inglesa.)
ORACIÓN AL ÁNGEL DE LA GUARDA
La oración habitual de los cristianos a su ángel de la guarda es la siguiente:
ángel de la guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, hasta que descanse en los brazos, de Jesús, José y María.
Amén.
Que cada alma individual tiene un ángel de la guarda nunca ha sido definido por la Iglesia, por lo tanto, no es un artículo de la fe. Sin embargo así se lo considera, tácitamente, tal como San Gerónimo expresó: cómo será de grande la dignidad del alma para que cada uno tenga desde su nacimiento un ángel de la guarda asignado por Dios.
La fe en la existencia de estos custodios se remonta a la Antigüedad: paganos como Plutarco y neoplatónicos como Plotino sostuvieron esta tesis. Era también la creencia de babilónicos y asirios, tal como sus monumentos atestiguan.
En la Biblia, esta doctrina es claramente perceptible y su desarrollo está textualmente expresado. En Génesis 28-29, los ángeles no sólo actúan como los ejecutores de la cólera de Dios sino que salvan a Lot del peligro; en Éxodo 12-13 un ángel es el líder designado para conducir a Israel, y en 32:34, Dios dice a Moisés: Mi ángel irá contigo.
Invocación al Ángel de la Guarda.
Siempre que te sientas solo, angustiado o enfermo invócalo y él te escuchará y ayudará.
Puedes invocarlo en casos de peligro o para que te de valor al afrontar compromisos importantes o al enfrentarte ante situaciones límite.
Puedes llamarlo para alegrar y proteger a los niños. También para que te ayude a vencer cualquier sentimiento negativo, o para liberarte de
viejas estructuras, para reformarlas, y para poner una energía nueva y transformadora en tu trabajo y en tus relaciones. También puedes invocarlo para que te enseñe y ayude aceptar lo que no puedes cambiar,
como la pérdida de un ser querido.
Cómo invocar a nuestro Ángel Guardián.
La invocación a los Ángeles, es una forma de devolverle al universo todo lo que generosamente nos da. La invocación es una energía que generamos
para atraer a los Ángeles. Tiene que surgir como una necesidad interior porque es una llamada que puede cambiar nuestra vida, nuestra visión, nuestras relaciones, modificar y mejorar nuestra personalidad.
La invocación y su práctica hacen que la personalidad y el alma se fundan en una unidad combinada y concentrada. La invocación genera en nosotros
una intensa sensación de realidad, de entusiasmo por la vida y produce también una energía radiante, magnética y dinámica.
Una vez que logramos sentir la presencia de nuestro Ángel, debemos aferrarnos a ese “sentimiento”, y en los momentos difíciles, recordarlo, sentir que no estamos solos. Que cada situación complicada, por la cual la vida nos pone a prueba, la atravesamos acompañados por esa “chispita
de Dios”, que es nuestro Ángel Guardián personal.
La invocación se realiza a través de la visualización, que es un verdadero acto mágico en la vida del ser humano, porque es posible “crear mágicamente” utilizando nuestros poderes divinos con la asistencia de los Ángeles.
La invocación se realiza a través de la visualización, que es un verdadero acto mágico en la vida del ser humano, porque es posible “crear mágicamente” utilizando nuestros poderes divinos con la asistencia de los Ángeles.
El contacto con nuestro Ángel de la Guarda, tanto sea en forma visible como en sentir su presencia, requiere de una o varias sesiones invocatorias.
Él nos hablará a través de nuestra voz interior, guiando nuestros pasos, corrigiendo nuestras actitudes, sentimientos adversos, hasta lograr el
equilibrio físico, mental y espiritual, necesarios para hacer posible su aparición.
La repetición y el seguimiento de la llamada permanente y diaria crea la voluntad continua de concentrarnos conscientemente en nuestra evolución.
En todo aquello que llamamos prueba, pena o deber, creedme, la mano de un Ángel está allí.
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